La exposición del escritor Tomás Eloy Martínez en la inauguración de la última edición de la Feria del Libro ...
La exposición del escritor Tomás Eloy Martínez en la inauguración de la última edición de la Feria del Libro generó un pequeño revuelo en el elitista y microscópico mundillo de la cultura argentina. El matutino La Nación, por caso, se ocupó de publicar todo el discurso completo para beneplácito de sus lectores. En primer lugar, uno está tentado a compartir las sensaciones del autor de La pasión según Trelew, más que nada cuando afirma los valores de la lectura ante la ignorancia que suele imperar en los centros de poder: "Cuando el poder no lee, el poder no piensa. Las dictaduras militares se negaron a leer. Como los comandantes no leían, lo único que los afectaba era lo que oían. Y, por lo general, oían lo que querían. Con el poder iletrado, no hay diálogo posible: sólo obediencia y monosílabos".
Sin embargo, las paradojas se hacen presentes, como siempre. Otra vez, el escenario de tan difundidas palabras es una feria comercial, la más grande del país y una de las más importantes del continente. Una feria comercial y, por supuesto, bien porteña. Afuera de la oferta de una feria de esta magnitud queda casi todo el país, excluido por no pertenecer, como en tantas otras cosas, al universo cosmopolita de Buenos Aires. En otros países del continente, como Cuba por ejemplo, la Feria del Libro es un acontecimiento que incluye en sus ediciones a varias provincias y que intenta acercar sus brazos a los rincones extremos de la geografía nacional. Claro, allí hay otros intereses. Aquí, en esta feria comercial armada por comerciantes que venden libros como podrían vender autos usados, el lucro es el principal objetivo, aquí se cobra entrada a diferencia de lo que sucede en casi todas las ferias de este tipo en América Latina.
El negocio, en cambio, queda en manos de los grandes grupos editoriales que hoy decretan con impunidad qué se publica y qué no en la industria cultural argentina. El negocio, claro, expande sus tentáculos por los pasillos de la feria y mezcla libros de autoayuda con un stand de bebidas alcohólicas; confunde carteles de tarjetas de crédito con señores de traje gris, celulares a mano y caras de quererse ir a otro lado; cruza a personal de seguridad con gestos poco atentos a la literatura con intelectuales que se la juegan a todo o nada y abandonan el aire acondicionado de sus casas para mezclarse con sus pares.
Otra vez, ¿la literatura?, bien, gracias. ¿La realidad? ¿qué era eso?
El colectivo de Revista Sudestada esta integrado por Ignacio Portela, Hugo Montero, Walter Marini, Leandro Albani, Martín Latorraca, Pablo Fernández y Repo Bandini.
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