Pantalones y botas de cuero negro, pullover con infinitos colores y la almohada marcada en la cara, Diego Capusotto, un referente consolidado del humor absurdo en la TV, charló con Sudestada sin maquillaje.
Luego de varios llamados telefónicos y de otros tantos desencuentros, acordamos la entrevista con el creador del Hombre bobo, momentos antes de la grabación de su programa, Todo x dos pesos. En un reportaje distendido, Diego Capusotto reflexionó sobre diferentes aspectos de su trayectoria, su pasión por el fútbol, el singular presente de la televisión, su pasado militante y opinó sobre el humor de los argentinos. Las siguientes líneas pintan a un Capusotto auténtico, de barrio, lejos de sus excéntricos personajes.
¿Cómo fue el inicio de tu carrera actoral? ¿Empezaste con formación teatral?
Arranqué tomando clases y estudiando teatro, y al año ya comencé a hacer cosas con público, en fiestas. Hacíamos scketchs con un compañero en cualquier espacio que nos dieran. Así es como se empieza a trabajar en esto. Lo de la televisión fue una casualidad, porque de tanto trabajar en boliches conocí a Alfredo Casero y un día me dijo que había una posibilidad de hacer algo en América y así surgió lo de la televisión. Yo una vez sola dejé un currículum en televisión porque se quería hacer un programa de humor con gente nueva en canal 9, pero al final ese programa no se hizo nunca. Al mes, producto de la casualidad supongo (más de la casualidad que de la magia o al revés, no sé), salió lo de América con los programas De la cabeza y después Cha cha cha, y después todo lo que hemos hecho en diez años que estamos en TV. Y teatro empecé a estudiar porque había descartado algunas cosas que me parecían interesantes, como tocar en una banda o jugar al fútbol. El teatro era algo que yo no tenía pensado hacer en la adolescencia, ni mucho menos.
¿Después del secundario descubriste que querías actuar?
No, ni lo terminé, yo seguí la línea conservadora de cualquier joven de mi generación, que era estudiar o trabajar, y yo me puse a laburar, que por otro lado me parecía mejor que quedarme en mi casa sin hacer nada, aunque no sé cual de las dos cosas es mejor.
¿De qué laburaste?
Laburé de todo, en una fábrica de corpiños, en una casa de repuestos de autos, con mi viejo haciendo fotoduplicación. Y mientras hacía teatro seguía laburando, obviamente. Dejé de laburar cuando arranqué en la tele, es una realidad. Yo me quería meter de lleno en esto porque la tele me daba una entrada mayor que en el laburo con mi viejo.
¿Ya desde el principio te pudiste mantener con la guita de la tele?
Sí, cuando empezamos con el tema de Cha cha cha desde el principio yo ahorraba la mitad del sueldo y con la otra parte empecé a tomar taxis y a tomar mejores vinos de los que tomaba. Nunca sabíamos si en TV íbamos a durar tres meses o diez años. Lo que hemos hecho siempre no es muy televisivo, en cuanto al tema del negocio. Los programas tanto Cha cha cha como Todo x dos pesos se han instalado en la gente, se hicieron conocidos dentro del medio, pero no funcionan como negocio. Quiero decir que no son los super éxitos de los 30 puntos de rating, porque sino probablemente estaríamos haciendo otro programa y no éste. Estamos en el aire producto de nuestra insistencia y porque a la productora le gusta tenerlo en el aire porque si no, no lo produciría más.
¿Influyó el regreso de Tinelli a la TV con el de Todo x dos pesos?
No, nosotros ya habíamos arreglado, y Tinelli de todas manera iba a volver. Esas son internas entre ellos que a nosotros nos exceden y no nos importan. Nos puede interesar el hecho de dónde esté parado Tinelli en cuanto a la relación que tiene él con nuestro programa. También si mañana viene Tinelli y nos dice: "Muchachos no los produzco más", está todo bien. Nosotros en la productora somos una cosa muy chiquita comparado a lo que es Video Match, que es lo que le da de comer a todos, lo que mantiene a la productora. Por eso nos damos el lujo de estar haciendo este programa y no Rebelde way, aunque quizás mañana labure en Rebelde way, pero hoy te diría que no.
¿A Fabio Alberti y al gordo Casero cuando los conociste?
En el Parakultural nuevo, yo venía laburando más o menos desde el '87 y ahí conocí a Alfredo. Incluso habíamos hecho un casting en el Parakultural viejo de la calle Venezuela que no entramos porque estábamos haciendo un espectáculo bastante malo, ingenuo, sinceramente.
¿Qué hacían?
Monólogos con un pibe que yo trabajaba, pero realmente hoy me pongo pensar lo que hacíamos hace quince o dieciseis años y algunas cosas eran buenas y otras espantosas. Es más, las cosas que habían en el Parakultural eran mucho mejores. Algunas no tanto, esa cosa de ir al Parakultural a quemar una Biblia no me sorprendían mucho que digamos. Creo que lo que hacíamos nosotros era mucho más interesante que eso, pero también lo que hacían los Melli, las Gambas al ajillo y Urdapilleta era mucho mejor que lo nuestro.
¿Siempre laburaste el absurdo desde lo cómico?
Hice cosas que no tienen que ver con la comicidad, pero la mayor parte de las cosas eran cosas de humor y comicidad, era lo que más me gustaba y sabía. Contar cosas a través del humor, provocar, exorcizar, pero a través de ese lenguaje, no sé, a mí siempre me gustó reírme. Me divierte estar en un escenario provocando hilaridad, risas. A veces se genera un rito festivo, a veces no, depende de la noche. Uno se ríe por la tragedia misma que significa vivir.
(En ese momento pasa el productor y hace un comentario de los pantalones de cuero de Capusotto al cual él le responde "El peronismo de cuero")
¿Tenés al humor como una especie de militancia?
Sí, como una necesidad. Nadie tiene porque reírse también, yo trabajo con esa contradicción, nadie tiene porque reírse con lo que hago ni con lo que digo, es humor. A mí me gusta lo que hago, lo disfruto de la misma manera que si voy a ver una película de Buster Keaton. Después, como todo lo que uno hace, una vez que el programa sale, de alguna manera deja de pertenecerte. Son momentos de placer que creo necesarios, a veces creo que es nada más que eso, una hora de placer y listo. Y otras veces creo que eso tiene más magia. Desde la joda siempre hay una bajada de línea. El humor siempre se burló de la autoridad y de la convencionalidad, por eso el humor siempre fue y es atacado. La sensación de que alguien se esté burlando de tu autoridad no es muy fácil de aguantar.
¿Con la experiencia de Cha cha cha, Delicatessen y Todo x dos pesos crées que le abrieron el espectro a otros que intentan hacer otro humor diferente?
No dependerá de nosotros sino de la generación que venga. Creo que lo que hicimos nosotros ya se hizo hace muchos años, seguimos una especie de corriente que podemos plasmar en formas de humor o de contar. Eso ya lo hizo Telekataplum. Hubo un momento en que la TV se abrió a programas como los que hacemos nosotros para que puedan entren y se instalen. Después, si puede haber más programas como el nuestro dependerá de la TV. A lo mejor podemos abrir una brecha a una generación que está debajo de nosotros, a los pendejos que puedan tomar como referencia a Cha cha cha o Todo x dos pesos, como nosotros tomamos a un montón de cosas de nuestra época. Por ejemplo yo miraba los Monthy Pithon antes de hacer teatro. Pero uno lo hace desde acá, hablando desde acá y no haciendo humor sajón, como nos pasó en Delicatessen que pasó de ser un programa lindo a querer hacer Sony en la argentina. Estaba rodeado de una mariconería estética que le comenzó a quitar brillo a un programa que tenía un elenco bárbaro y unas buenas ideas.
¿Por eso duró nada más que tres meses?
No, se levantó porque aparentemente no vendía publicidad. Es como Todo x dos pesos, que siempre tiene 3 puntos de rating pero vos salís a la calle y parece que tuviera más. Mientras siga en el 7 va tener 3 puntos de rating siempre.
De todos los personajes que hiciste,¿te quedás con alguno?
No, me divertían hacer todos, uno siempre recibe los estímulos de la gente. Hay personajes que te dan placer desde ése lugar. A lo mejor hay personajes que tenés ganas de no hacerlos más pero a la gente le gusta y lo hacés desde ahí. No lo hacés de mala gana. Yo sentía que en Cha cha cha los que más había pegado eran Fatigatti y Sidartha Kiwi, y en Todo x dos pesos pasa lo mismo. Yo a Irma Jusid no lo quería hacer más el año pasado pero había gente que quería seguir viéndolo. Entonces uno no insiste en todos los programas. Algún placer te tiene que dar porque si querés lo matás al personaje y ya está. Yo no haría Sidartha Kiwi de nuevo ni en pedo. No porque ahora estoy en una etapa más superadora sino porque ya murió para mí. Es más, en realidad, yo ahora hago personajes que se parecen a ése, y están disfrazado de gente nueva, como Irma Jusid, que es un Sidartha Kiwi vestido de mujer. Ya no me pondría el pañal en la cabeza y diría "enyoguizate". Igual, cuando sos actor te tiene que gustar de vez en cuando disfrazarte, sino dedicate a otra cosa.
¿Cuánto de improvisación y de guión tienen los programas?
Los guiones los escribe Pedro Saborido. La mayoría del programa está guionado, y algunas cosas están dejadas al libre albedrío. Cuando Fabio hace Boluda Total varias cosas las tiene él en la cabeza y otras surgen entre todos. En las ideas estamos Pedro, Fabio, Montalbano y yo, con la colaboración que podamos tener de la producción y de gente amiga.
Muchas veces da la sensación que estando en un asado escabiando y algunos de ustedes tira una idea y queda ¿puede ser? Sí, alguna vez estamos en un asado y nos dedicamos nada más que a escabiar y, otras además de escabiar nos ha salido alguna cosa interesante. Y después tenemos reuniones todo los días para ir armando el programa.
(La nota completa en la edición gráfica de Sudestada N°09)