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Editorial

El oficio de sentipensar

No vengan ahora a corrernos con eso. No, justo ahora no. Porque hoy, más que nunca, hacemos propio el oficio de sentipensar: no se trata de discutir ideas abstractas, por fuera de la realidad difícil que nos atraviesa. Por el contrario, se trata de sentir y de pensar desde abajo, de apostar una vez más (y como siempre) al delicado oficio de ejercitar el músculo del pensamiento crítico.

No vengan ahora a corrernos con eso. No, justo ahora no. Porque hoy, más que nunca, hacemos propio el oficio de sentipensar: no se trata de discutir ideas abstractas, por fuera de la realidad difícil que nos atraviesa. Por el contrario, se trata de sentir y de pensar desde abajo, de apostar una vez más (y como siempre) al delicado oficio de ejercitar el músculo del pensamiento crítico. Y no llegamos a este presente con dudas, como los intelectuales que viven en su torre de marfil: venimos hasta acá con nuestras certezas. No serán las que le gusten a todos y todas, pero son las que hemos sabido construir en estos diecisiete años de trabajo en la calle.

Primera certeza: el pueblo laburante no se aguanta un día más esta gestión de patrones, estancieros y gerentes al frente de los resortes del Estado. Cualquier otra mirada política que ignore esta primera premisa no tiene peso para discutir los problemas reales que afectan a la vida cotidiana de las y los trabajadores. Segunda certeza: hay problemas que precisan una respuesta inmediata, urgente y deberían ser el primer punto en la agenda de cualquiera que pretenda gobernar esta tierra: el hambre de los pibes y pibas, la falta de trabajo para tantos excluidos del sistema, la ausencia de oportunidades para una generación de jóvenes, la situación crítica de los jubilados y de todos los afectados por el drástico abandono del Estado de sus funciones sociales. Tercera certeza: la necesidad de resolver cuestiones de fondo que forman parte de un entramado criminal del que el Estado forma parte, por acción u omisión: la policía como real gestora de la delincuencia y su rol como aparato asesino con autonomía para decidir sobre la vida y la muerte en las barriadas, la continuidad de los abortos clandestinos que ponen en peligro la vida de tantas pibas jóvenes, la salud y la educación públicas libradas a su suerte por un gobierno que prioriza el negocio privado y, para lograr su fines, arrasa con todo lo público...


(La nota completa en la edición gráfica de Sudestada... ¿Por qué publicamos apenas un fragmento de cada artículo? Porque la subsistencia de Sudestada depende en un 100 por ciento de la venta y de la confianza con sus lectores, no recibimos subsidios ni pauta alguna, de modo que la venta directa garantiza que nuestra publicación siga en las calles. Gracias por comprender)

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