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Entre Líneas

El trueno en la voz: Acerca de algunas letras del folclore

La relación del hombre de campo y la música dio lugar a una forma de canción basada en la denuncia de las penurias vividas. Un recorrido por los orígenes de este estilo y su desarrollo por nombres como Cafrune y Larralde.

Cuando la luna se adueña de cielo, el campo se llama a silencio. De a poco, la sombra de la noche cubre con su manto la escena, y todo queda como congelado. Otro día ha pasado. Sólo queda esperar el amanecer, repetida rutina de la vida en el campo. Pero en algún rincón, alumbrados por la tenue luz del fuego, algunos hombres desafían la oscuridad. Cansados del día laboral, entonan viejas canciones, que su padre aprendió de su padre. Cantan, y en ese cantar reviven la injusticia, el hambre, el dolor.

Cantan, y la vida se les va en cada verso. Cantan, cada vez más fuerte, su pesar y su agonía. Cantan, y su voz es la de esa tierra maltratada. Cantan, y cuando lo hacen, con sus palabras cruje la tierra.

La tradición del canto en el campo nació de la costumbre de transmitir historias de manera oral entre las personas.

En una primera etapa, la fuente de estos relatos era la mitología fantástica, y servían para explicar el origen de los elementos de la naturaleza. En este sentido, las leyendas de los sapos (una de las primeras recogidas en la Argentina y que relata como Dios puso esos animales en la tierra) es una especie de cuento fundante de lo que hoy llamamos folclore.

El origen de las letras

Nada es folclore por el sólo hecho de existir. Para que algún tipo de expresión o elemento llegue a ser considerado de valor folclórico, es necesario una asimilación cultural del contexto en que se da, además de una actitud colectiva hacia ellos. Los elementos que constituyen la fuente de esos relatos, se repiten en varios ambientes del país, a pesar de las diferencias existentes (temporales, geográficas o inclusive culturales). En el norte, como en Cuyo o el Litoral, las leyendas, cuentos y hasta la mitología responde a la misma estructura de construcción y sus características son las mismas: son anónimos, tradicionales (en el sentido que se pasan entre integrantes de una familia) y populares (en cuanto a su raíz común entre los integrantes de una localidad).

Esta tradición casi literaria de contar historias, se fue institucionalizando en el escenario de reunión del campo: el fogón. Allí, los hombres intercambiaban leyendas, que eran representadas y reinterpretadas cada vez que se contaban. A partir de esto se construye el saber popular, que se alimenta de la fantasía de sus creador.

A estas historias, con el tiempo, comenzaron a ser acompañadas por la guitarra, que se popularizó en el fogón como acompañamiento. De a poco se pierde la tradición oral para darle paso a la canción concreta, rígida, que "se aprende". También cambia la temática, y de la fantasía de la mitología se comienza a profundizar en la palabra, en su combinación y estructuralidad. Se daba paso a la poesía.

Las primeras canciones populares estaban construidas sobre elementos abstractos: el amor, la amistad, el dolor. Pero rápidamente los cantores comienzan a volcar en sus letras (muchas improvisadas y nunca más repetidas) la crudeza de la vida...

(La nota completa en Sudestada Nº 28, edición gráfica)

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Autor

Diego Lanese