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Editorial

Llegó la hora...

Desde hace tiempo el sentir y el quehacer de la población se encuentra desdibujado y poco claro. Nuestra triste realidad pareciera corrernos el horizonte, y a medida que se traza e intenta recorrer un camino, nos damos cuenta que los escollos a superar se acrecientan. Es un momento político tan particular que nos genera la necesidad de repensar minuciosamente nuestras conductas y responsabilidades como individuos ya que el silencio de muchos intelectuales por momentos asusta y, a la vez, sienta las saludables bases para que surja de otros sectores la precisa cuota de creatividad para construir algo novedoso que estos tiempos parecen requerir.

Nuestro presente por momentos nos muestra sumergidos en la destrucción económica, política y educativa donde también vemos deterioradas las relaciones humanas. Esta miseria estructural tan profunda no se podrá regenerar en un corto plazo, es evidente. Por otro lado, tampoco se puede dejar de reconocer algunos nuevos vientos a favor en relación a políticas de reivindicación a los derechos humanos postergados por cada uno de los gobiernos constitucionales de la post dictadura.

Este reconocimiento tampoco amerita pasividad a la hora de exigir los derechos básicos que siguen postergados para la gran mayoría de la población que todavía se mantiene con los salarios congelados y tironeada por ridículas peleas, en las cuales se politizan con patetismo el descenso de un punto o medio punto de la desocupación.

Estos gestos políticos elevados al paroxismo por los medios masivos de comunicación no deben desviarnos de nuestro horizonte que es poder analizar que no todos los procesos políticos son iguales y que nuestra inserción en los debates públicos e institucionales debe ser realizada de manera lúcida y conciente. No podemos relegar ni un segundo más nuestras proclamas frente a esta casta dirigente que hasta el momento hace lo único que sabe hacer: darnos la espalda. Es hora de hacernos cargo que no podemos seguir depositando nuestros anhelos a estos sectores que vaciaron al país con el consentimiento de millones de electores que hicieron la vista gorda por un instante de bienestar económico. La conquista de espacios democráticos donde se debatan políticas de acción coyuntural se están instalando poco a poco.

La crisis misma instala en distintos marcos debates donde lo ideológico no puede esconderse detrás de bambalinas, lugar donde estuvo relegado por largos años. De nosotros depende tomar posición de una vez por todas respecto a nuestros intereses para defenderlos en cada uno de los espacios en que interactuemos. El protagonismo conciente en distintos ámbitos puede llevarnos a comprender infinidad de cosas que en estos momentos ignoramos. Y es la única manera en que nos podremos sentir responsables de nuestro propio futuro y las culpas dejarán de ser meramente de una cúpula de traidores.

Por eso es la hora de empezar a despejar nuestros fantasmas, de sacarlos de sus madrigueras y pedestales. Por eso esta reseña de la vida de Sabato, ejemplo de quien supo vender su figura a las necesidades de turno.

La memoria, que en estos días tanto se menciona tanto, es un ejercicio que debemos practicar más profundamente, sin olvidar a aquellos que con su complicidad aportaron al genicidio y luego, con una sonrisa, se atrevieron a levantar banderas de las que no mucho tiempo atrás renegaban. Fantasmas que no se disipan. Por eso es hora. De mirarnos a la cara y asumir quiénes fuimos. Para saber quiénes seremos el día de mañana...

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El colectivo de Revista Sudestada esta integrado por Ignacio Portela, Hugo Montero, Walter Marini, Leandro Albani, Martín Latorraca, Pablo Fernández y Repo Bandini.