"En El Aguará éramos como mil aborígenes cuando atacaron. En las tolderías no había armas de fuego. Y nos mataron más de doscientos: hombres, mujeres, ancianos, ancianas y niños. Los hombres querían volver a las tolderías pero éramos perseguidos por la policía. Nunca hubo malones. Querían que trabajáramos a cambio de nada, querían eliminarnos...". Relato de Melitona Enrique, sobreviviente.
Sucedió en 1924, en el paraje Napalpí, en Chaco. Dos cententares de peones rurales tobas y mocovíes fueron asesinados por la policía en una matanza sanguinaria. Detrás del fulgor de las armas se escondían el negocio del algodón y los aborígenes usados como mano de obra barata. A la sombra, la impunidad de los poderosos, el silencio cómplice de los gobernantes, el genocidio contra los pueblos originarios. Con un estilo que recorre las fronteras de la investigación periodística, la historia de vida y la no ficción, Pedro Solans dibuja los contornos de un episodio que dejó una huella profunda. Una masacre que aún hoy parece determinar el vínculo entre el poder y las raíces de un pueblo. El estigma de Napalpí sigue vivo en Chaco.
Y aquí está la verdad silenciada.
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