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Dossier

Daniel Riolobos: El enigma de... la voz

Fue el más grande cantante de boleros de la historia de este país y una de las voces más exquisitas que dio la música melódica por estas tierras. Nació en Mendoza, viajó por toda Latinoamérica y triunfó. Volvió una y otra vez, pero llamativamente no pudo cautivar del todo al público argentino que siempre se le mostró esquivo.

¿Cuántas preguntas surgen tras esa figura? Muchas. ¿Cuántas respuestas se encuentran? Pocas. Los años siguen pasando y uno puede pensar con cierta tranquilidad, que no habrá otro cantante igual. Cuesta entender, como habiendo triunfado en el resto del mundo, ese hombre de voz insuperable, de gran carácter, duro y seductor a la vez, no haya podido tener el reconocimiento que sí tuvieron otros por estos lugares.


1 Una noche, aquella noche, en una de sus tantas presentaciones en Puerto Rico, luego de terminar de cantar, a un costado del escenario, tras dejar todo, pero absolutamente todo, en medio de la oscuridad teñida por el humo del tabaco, en el preciso momento en que el artista se toma un respiro, alguien que se había entremezclado entre el público se le acerca y lo abraza efusivamente. Riolobos se sorprende y queda tambaleando, ese alguien era ni más ni menos que Sammy Davis Junior, aquel actor y cantante norteamericano que compartió escenarios con Frank Sinatra y Dean Martin entre otros. Cuando Davis lo soltó, gritó ante todos: "Si yo cantara como tú, créeme que no tendría que hacer estas payasadas que me hicieron famoso", y luego partió ante la atónita mirada de Riolobos. Un par de horas después, en el hotel donde se encontraba alojado el cantante mendocino, volvió a aparecer la figura de Sammy, esta vez acompañado por un músico de la orquesta que oficiaba de traductor, porque Riolobos no sabía inglés, cosa que le importaba poco y nada. Una vez allí, Sammy le dijo: "vine hasta aquí solo para que me digas una cosa: ¿cuándo respiras? ¿en qué momento? realmente no lo pude descifrar y quiero saberlo". Riolobos sonrió. Tal vez Sammy no sabía de los orígenes del artista que tenía frente a él.


2 Pedro Nicasio Riolobos Vicario era su verdadero nombre. Nació en Mendoza, en el año 1932, en el barrio Hipódromo de Godoy Cruz. Cómo toda historia de un cantante, sus comienzos fueron similares al de tantos otros. Cuando apenas apenas tenía tres años, ya canturreaba en las reuniones familiares y a los cinco debutaba en una radio sanjuanina, y su padre, asustado, consultó a un médico. Pero por esos días, Daniel, tenía otra gran pasión, el fútbol. Y allí lo vieron brillar, en 1947, cuando jugó en la primera de Independiente Rivadavia. Hábil goleador, dúctil con el manejo de pelota al igual que con su voz. Una lesión lo dejó afuera de ese mundo. Por ese entonces estudiaba en el conservatorio Rossini, y a partir de 1950, luego de una breve estadía en Buenos Aires, -la demanda por cantantes de boleros era escasa en esta ciudad-, partió a Chile y comenzó a presentarse como crooner de la orquesta dirigida por el pianista británico Roberto Inglez hasta que reemplazó al chileno Lucho Gatica. Al poco tiempo, en La Habana, Cuba, conoció al artista que lo guiaría en su forma de cantar: Benny Moré, "el rey del ritmo", como se lo conocía en la isla, fue quien le enseñó los secretos de la profesión. "Un día, Benny me encontró 'fusilado' y que no podía abrir la boca para cantar. El secreto –me decía- es jugar con los tiempos. Si ves que no puedes llegar arriba con la voz, atrásate, corta las palabras y verás que llegas. Y si no, al revés. Y ya está, chico, ya está. Ahí empecé a conocer lo que era cantar de verdad". Benny Moré, recuerdan en la Isla que la gente esperaba con ansias cada vez que se presentaba en los bailables de La Tropical y la Sierra, a salón lleno y, a veces, Benny ni aparecía, porque se paseaba de bar en bar, cantando y tomando, y donde lo esperaban, era tan pero tan querido, que el público ni siquiera se enojaba. Riolobos también aprendió todo eso. En enero de 1959 arribaba a México, allí lo contratarían para actuar en el teatro lírico y a partir de allí comenzó a afianzarse, de la mano de Agustín Lara y de Lucho Gatica, precisamente, con este último, tuvo una vida artística paralela que siempre los encontraba juntos en distintos ámbitos, como por ejemplo cuando participaron en un certamen y Riolobos se llevó el premio Azteca al Mejor Cantante Internacional y el chileno terminó detrás de él. Hasta llegó a conducir un programa en la TV mexicana que se llamaba "Ahora voy yo".


3 Todos, absolutamente todos los cantantes contemporáneos, y sobre todo los mejores, esos que trascendieron la barrera del mito, no se cansaron de señalar y de definirlo como "el Frank Sinatra en español". Él lo aceptaba pero también se reía de ese mote que le habían endilgado, entonces, en algunos shows donde se presentaba le decía al público: "me dicen Sinatra… 'sinatractivo'", y la gente deliraba.

El mismísimo "Lucho" Gatica, cuando en una oportunidad fueron a contratarlo a su ciudad, Santiago de Chile, les dijo a quienes querían llevarlo para que su voz se escuchase en los escenarios norteamericanos: "Si quieren que viaje a Estados Unidos, yo voy. Pero si de veras quieren llevar al mejor cantante melódico, vayan a buscarlo a México, que está trabajando allá: se llama Daniel Riolobos".

4 Sus ojos negros, la mirada penetrante, el cabello tirado hacia atrás y ese mechón que se empecinaba en caer sobre su frente cada vez que realizaba algún movimiento, un fascinador, pero a la vez un verdadero trabajador de la canción, decía: "Trato de aprender cada día un poco mejor este oficio de cantar. Algunos dicen que llegan. Es mentira. Siempre se está tratando de llegar. Solo eso". Un viajante era, un incansable viajante que sufría porque tenía que dejar a su familia siempre, porque la vida del cantante es así, de aeropuerto en aeropuerto, pero igual volvía, siempre volvía. Tal vez para presentarse en algún teatro, para mostrar lo nuevo, porque entre otras cosas, también era un renovador. O volvía para visitar a su madre Felipa, quien seguía viviendo en su querida Mendoza. Y entonces cuando volvía hacía estragos, como en 1968, en el Segundo Festival de Buenos Aires de la Canción, el cual ganó con un tema compuesto por Eladia Blázquez, titulado, "No es un juego el amor". Allí mismo, Danny Martin, cantante y ahijado de Riolobos, logró el segundo lugar, y recuerda: "Me quedé atrás de él con "Tiene los ojos tuyos", y le tuve que decir que me ganó porque era el más grande y no por la canción, y me decía que era verdad, que la mía era más linda. Entonces le hacían un reportaje en radio donde lo felicitaban por el premio y decía 'sí, pero 'Tiene los ojos tuyos' es mejor'. La canción de Eladia era hermosa pero el tema que yo cantaba tenía letra de mi tío Julio Gutierrez Martín, y confirmando lo que Daniel pensaba la grabó seis meses después". En el '79, en Caracas, Venezuela, se llevaba el primer premio a la mejor interpretación en el Festival OTI de la canción con un tema de Chico Novarro y Raul Parentella, "Cuenta conmigo". Se presentó con el maestro Oscar Cardozo Ocampo en el piano y arrasó con todos, se los devoró. Y vuelve al país habiendo ganado un certamen que junto con el de Viña del mar en Chile y el de San Remo en Italia eran de lo más importante de la canción en el mundo. Pero claro, ni siquiera esto alcanzaba para abrir los oídos a la gran multitud, era un artista de culto, ya lo era.


4 Riolobos siempre se lamentaba de algo, haber grabado el clásico "Sabor a mí" del mexicano Alvaro Carrillo y que no haya tenido la repercusión esperada. "Lo grabé a mi modo y se me escapó, no caminó", decía, luego apareció Lucho Gatica con una voz muy suave y una calidad extraordinaria para llevar el tema al éxito rotundo. Pero él seguía buscando "ese tema". Era un trabajador de la música, y él mismo se autodenominaba "un hombre más", se decía que era farandulero, que le gustaban las fiestas, que estaba lleno de romances y mitos de viajes, que era un bohemio de provincia y todas aquellos comentarios que rodean a un tipo que era una estrella en todo el continente. Se quejaba de las productoras que lo obligaban a grabar a las nueve de la mañana, ya que siempre comentaba que "en los Estados Unidos el cantante se va a cenar mientras la orquesta ensaya, después vuelve, prueba, y si le gusta graba. Si no nada, y así debe ser. Sobre todo porque el que canta se está jugando a lo mejor su futuro y el de su familia en ese disco. Si la mayoría de los espectáculos son nocturnos, ¿por qué graban a la mañana?". Era duro, tenía un carácter fuerte. Danny Martin lo pinta de cuerpo entero en una anécdota que sucedió en un programa de televisión: "La revista Gente en una época publicaba lo que pasaba en los almuerzos de Mirta Legrand. En una oportunidad, a mediados de la década del setenta, lo invitan a un almuerzo y en la mesa también estaba MaríaVaneer, que era pareja de Leonardo Favio, junto a dos invitados más. Sale la conversación y Daniel dice: 'lo que a mi no me gusta es que cada vez que vengo a mi país, aparece gente que de verdad no canta nada bien, porque aunque vendan muchos discos hay gente que canta bien y otra que canta mal', y le dice a Vaneer que no podía cantar, se hizo un silencio, ella acababa de sacar un disco, entonces agrega: 'vos no tenés que aprovechar tu nombre de actriz para cantar, no corresponde' y ella trataba de explicarle que se habían dado las circunstancias, y que no le podía decir eso porque había comprado todos sus discos, y le dice: 'es que yo canto bien', otro silencio. A la semana sale esta revista con el diálogo publicado, íbamos por la calle Maipú y enfrente venía caminando Piazzolla, junto a Hugo Díaz, y Astor le grita: ¡Daniel, leí la revista!, y le contesta: 'Viste como me gano el cariño de la gente' y Piazzolla se reía a carcajadas. En el correo de lectores decían cosas como, sino le gusta como canta que se vuelva a México y cosas así. A él no le gustaba algo y te lo decía. Palito Ortega, el Rey, ¿Rey de qué?, y él le decía en la cara, 'vos sos un desastre, sos muy malo'. No era hipócrita, era muy frontal y se ganaba enemigos cada dos segundos". Nunca se traicionó, algo común en muchos artistas, pero él se mantenía intacto, nunca grabó lo que le pedían que grabe, grababa lo que él sentía que debía grabar, tal vez ahí esté la respuesta al porqué de su rechazo al éxito grande, pero la incógnita sigue abierta. De todas formas siempre grabó lo que quiso, y nada de lo que grabó se arrepintió. En una oportunidad grabó con arreglos de Bebu Silvetti, veinte años antes de que este grabara con Luis Miguel, lo hizo en un tono que era el de él pero sin apretar las cuerdas vocales, cantó soplado, esa fue la única concesión que hizo en su vida artística, claro que por convencimiento propio.


5 Riolobos fue figura en México, país en el que se encuentran la mayoría de los grandes cantantes melódicos, y el tipo fue hasta allí y les pasó el trapo a todos, un modo muy extraño de cantar tenía, decían en tierras aztecas. Ese estilo se denomina feeling y lo mamó en la Isla, un estilo que combinaba el bolero con aires de jazz pero donde prevalecía el sentimiento del cantante en la voz. A mediados de la década del sesenta, Riolobos tuvo como pianista a Armando Manzanero, cuando este firmaba las canciones que componía como Armando Manzanero Canché. Él mismo se encargó de estrenarle "Contigo aprendí" y luego disfrutó cantando "Adoro", "Esta tarde vi llover", "Llevatela", y "Cuando estoy contigo". Él impuso a Manzanero en Perú, cuando dirigió musicalmente la película "Bromas S.A.". Años más tarde, Manzanero confesaría que compuso la canción titulada "No" porque cuando ensayaba con Riolobos, este le decía "no" a todo lo que proponía. Luego la grabaría y la estrenaría el mendocino. Fue compadre de Pedro Vargas, y compartió escenario con el mexicano Marco Antonio Muñiz. En Cuba se consagró en el legendario Tropicana, en Venezuela recibió el gran premio Bolivar, la máxima distinción que se le otorgaba a los artistas. Y siempre volvía… volvía a la Argentina para llenar los bares, los café concert, algún teatro. Volvía también porque quería ganarse al público grande, pero lamentablemente, en este país la mayoría del público se acostumbró a aplaudir sandeces, es ese sector del público que sufre la peor de las sorderas, la ignorancia.

6 Murió en México, en el DF, el 17 de julio de 1992. La rotura de una arteria que derivó en padecimientos hepáticos y tres paros cardíacos sucesivos, fulminantes, se lo llevaron. Cantó lo que a él le gustaba cantar y escribió un solo tema, "Cuando estés enamorado", al que uno de sus hijos le puso música.

Pasan los años. Pocas son las respuestas y las preguntas quedan ahí. Sus discos no se reeditan y la radio no lo pasa, salvo honrosas excepciones. Como entender la desdicha de un artista que no pudo ganarse al público de su propia tierra cuando él, justo él, fue el más grande en todos lados. Una voz que dejó un estilo inigualable, nadie podrá, ya saben todos los que vengan, nadie. Ya no hay lugar, a ver quién se atreve ahora, a ver quién da más. En estos tiempos de cantantes inventados, de marketineros de cuarta, de "sordos" concientes, no hay más lugar para otros, el único lugar para Riolobos ahora, es el recuerdo.

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Autor

Walter Marini