Buscar

Nota de tapa

Adriana Varela: "Quiero seguir estando del lado del que quiere descubrir"

Encontró el tango casi de casualidad, buscando. Y buscando se cruzó con la pasión de Goyeneche, con la poesía de Manzi y con toda una historia bien de barrio. Mezcla de fuelles y polleras, Adriana Varela habló con Sudestada como canta sobre el escenario. De frente y sin complejos.

"La verdad, estoy muy enojada", largó Adriana apenas llegamos. Mucho tenía para decir, mucho para contar esta mujer que comenzó en este mundo del tango del brazo del Polaco Goyeneche y hoy ya es algo más que la voz femenina de toda esa historia. Escuchada por jóvenes y no tanto, aplaudida en el exterior y compañera de ruta de otros grandes como Jaime Roos y Joaquín Sabina; la Varela sigue luchando desde acá con el lenguaje que mejor le queda...

¿Qué cosas se perdieron que te enojan hoy?

La gente de mi generación no solamente optó por otro camino, sino que no tiene ni la más puta idea de lo que es, lo que vive, aunque la sufra. No tiene ni idea de lo que significa tener un compromiso con el otro, y eso que yo cada vez tengo más reparos con la palabra solidaridad, me gusta más la palabra "projimidad". Ahora nos cayó la ficha de que solos, no nos salva nadie, pero tuvo que caer la ficha. Pero esto que yo tenía preservado como ideología, que yo nunca me cagué en el otro, pero no porque soy buena, sino porque nací así; es una característica y no un mérito. Es una característica de mi abuelo, de mi padre, de mis hijos, son cosas no negadas, heredadas y vistas. Yo vivía en Avellaneda y mi abuelo era veterinario del frigorífico La Negra, yo estaba muy cerquita de todo eso. Veo esto: que el tema del origen, el tema de la identidad es un tema escabroso para nosotros.

Nadie puede hablar de ideología ni de actitud frente a la vida, si no sabe en qué paisaje está parado y desde qué lugar habla. Y particularmente los porteños tenemos una negación de ser de donde somos, por eso parece París y es Buenos Aires. Hay como una fantasía de europeos que tenemos permanentemente. Loco, somos tercer mundo. Pero esto fue siempre. Por eso hoy hay quilombos con algunos pelotudos que cuestionan a los cartoneros, es que les molesta ver la pobreza.

¿Y con la gente joven ves que se repite ese tema?

Me dan mucha pena. ¿Sabés cuál es el tema que a mí me jode en los jóvenes? Cuando los veo viejos, entregados. En realidad, fijate que yo conozco a muchos viejos que no están entregados: no por ser viejo uno se entrega, más bien usa la sabiduría y sabe que tiene que atravesar el final de la vida y cada uno sabrá por qué y para qué. Y a mí, que me acerqué al tango porque quería conocer a "los viejos", y me fui a Homero a ver quiénes eran los viejos bohemios porteños, se me había terminado el discurso progresista de los jóvenes. Yo, que tenía 30 y pico, y mi generación y la que estaba abajo eran muy aburridas. Ya el rock se había montado arriba del establishment, se disfrazaba de oro y oropeles, y entonces me dije: "¿Qué hago?". Yo era fonoaudióloga, no cantaba. Justamente lo que me movía el piso era aquello que no decían otras músicas, aquel discurso que hoy recobra vida porque también está la trampa de ese que te dice: "Pero eso es viejo". ¿Y Hendrix es viejo, por ejemplo? ¿Y Lennon? ¿Beethoven? Y en realidad lo nuevo siempre es lo clásico, siempre es algo revelador. En la literatura, por ejemplo, se repite la historia. Qué está pasando, vuelve a aparecer la palabra capitalismo más recrudecida, vuelve a aparecer la palabra utopía como la palabra-trampa del sistema.

¿Y qué cosas te aportaron esos viejos del tango?

Mil cosas, en principio me tranquilizó saber que había gente que tenía derecho a hablar del barrio, por ejemplo.

Como prioritario, que no tenían vergüenza de hablar de eso. Cosa que en los 80 fue siniestra a nivel cultural, había como un bochorno con todo lo que fuera barrial, esencial, despojado. Era más la época de los Soda Stéreo, por decirte algo. Yo no niego lo pop, lo que niego es la cultura del pop, no como estética, igual que el posmodernismo. O sea, nos hizo muy mierda del tarro todo eso, porque la cultura del pop es totalmente periférica, es disimular y adornar bellísimamente lo que en realidad es crudo, cruel, apasionado, maravilloso, eso me lo revelan los viejos del tango. El Polaco Goyeneche, Salgán, Tarantino, De Lío... Me volaron la cabeza. Me parecían tipos muchísimos más deseables, en un sentido absoluto, para una mujer; tipos que enarbolaban banderas de las cosas reales, de las cosas que no había que negar. Que eran mucho más románticos..., me parecían más heavys que todos los pelotudos que se vestían con estrellitas y qué sé yo.

Me parecían más atractivos, más apasionados, esa masculinidad no como símbolo del machismo sino esta cosa de la calle puesta al servicio de la cultura, de lo espontáneo. Y a partir de ahí, empiezo a enamorarme del tango, porque primero yo me enamoré de los hombres. Nunca encontrás algo que no tenga al personaje que te lo muestra. Cuando lo vi cantar un tango al Polaco, entendí lo que significaba un tango. Antes, nada que ver con el tango, no sé qué hacía. Yo soy hija del rocanrol, soy rockera. Empecé con Lennon, con Los Beatles, que era otra historieta. Fue fuerte el tango, fue muy revelador y fue muy vigente. Las letras ahora me desnucan y me parecen muchísimo más trascendentes que el panfleto, me parecen mucho más denunciantes -en un sentido profundo- que el panfleto anecdótico, que también me gusta.

Hay temas panfletarios que son buenísimos. Pero, en realidad, la profundidad de temas como los de Celedonio Flores, de Contursi, es esencial y te vuelan la cabeza. Es muy raro el tema del tango. Por suerte, el tango preserva esa cosa que tenés que ir a buscarlo. Para mi gusto, mejor. Porque si cae adentro de lo masivo, tiene que ajustarse a modelos que no me gustarían. Yo sólo soy una intérprete, pero yo elijo este repertorio y no otro, y por eso me viene a ver la gente y pasa algo; soy muy convocante y, aparte, pasan cosas en la gente últimamente. Gente que nunca ha escuchado tangos, fuerte con lo que escuchan, con ese tema que no canta otro. Casualmente, yo voy a contrapelo de la ex fórmula del éxito, a mí siempre me fue por el lado de lo literario, de lo musical.

¿Por qué te parece que no hubo una renovación en las composiciones?

Esa es otra trampa. Cuando yo empecé, descubrí a los Troilo, a los Gardel. Entonces comprendí la historia: cómo vas a tener en claro vos lo que pasa hoy, si no sabés lo que pasó ayer. A mí me interesa la música, quiero desarrollar eso; la poesía, si el poeta es bueno. Respecto de la actualización, yo tengo un pensamiento sobre todo lo que es arte. Yo creo que nosotros estamos en un momento mundial donde es muy difícil pedir cosas nuevas, porque hay un entorno que estimula de diferente manera a como estuvo estimulado Picasso, por ejemplo. La mirada que tengo con el tema del arte es que hoy, en realidad, es catártico. Pero lo que quiero decir es que todavía el mundo no puede protagonizar una fractura como la que hizo Picasso, la que protagonizó Hendrix, o la de Astor. Yo vivo con pibes que tocan y tienen la cabeza muy confusa, porque... ¿qué pueden fracturar después de Astor?. Todos deberíamos saber que no tenemos que tener esa necesidad desesperada de protagonismo narcisista de creer que uno va a cambiar, pero pará... primero estudiá a todos estos que ya cambiaron el mundo del arte, después la historia dirá cuándo se viene otro cambio. Y en esto también entra el tango, porque todo arte que es genuino es referencial. Se ve que algo no nos ha quedado claro todavía de lo nuestro, para tener que seguir nutriéndonos de estos autores que sí la tenían clara. Denunciaban cosas que hoy son exactas. De las cosas nuevas, todavía no escuché nada que pueda superar a un Homero Manzi. Entonces te das cuenta de que el peso poético no es el mismo, y a la hora de elegir yo elijo a los que tienen más peso poético y los que son más profundos.

¿Por eso también se volcó mucha gente hacia el tango?

Es que se necesita ir hacia las raíces para saber cómo se sigue, entonces están todos enloquecidos con el tango. Cuando yo lo hice en los 90, y me fui sola a ver qué era Homero, ese bolichito medio perdido; iba sola y volvía a las cuatro de la matina. Mis amigos pensaban que yo me había vuelto completamente loca. Pero hay que volver a los sabios, y esta cosa de reivindicar a los señores grandes, para todo. A los lúcidos, naturalmente. No a los tranceros, ni a los pelotudos, ni a los mosca, y esto también pasa con la ideología, con el arte. Yo viví mucho la bohemia universitaria, la intelectual. Y cuando vos escuchás a estos tipos, que además de tener las facultades intelectuales intactas, tienen yeca, decís guau...

¿Eso notás que le llega a los que no conocían el tango?

Igual te digo algo, a la gente que más le revelo esto del tango es a la de mi generación. Los pibes tienen mucha más apertura con la música que la que teníamos nosotros, son muchos menos sectarios. Hoy en tu casa puede estar Gardel, puede estar Hendrix y puede estar Sabina. Pero nosotros, no. Mi viejo en casa escuchaba mucho jazz y blues; mi vieja, cantautores como Edith Piaf o Serrat; y yo que lo quería ver a Alice Cooper con la boa y todo, y entonces éramos sectarios. Incluso, Los Beatles eran lo más light y hoy terminan siendo los más fuertes. Está la contrapartida de los pendejos que compran lo masivo, pero también en mi época estaba lo masivo. Yo tenía que encargar en Avellaneda a los 10 años, el simple "She love's you" de Los Beatles. Era todo mucho más buscado.

¿Formaba parte de un descubrimiento?

Sí, y aparte una cuestión de esto es mío, como yo lo busqué, me pertenece. Me parece que de eso se trata todo. Porque además, hoy el establishment viene más mediocre que nunca. Hoy se cayeron las multinacionales disqueras, por ejemplo, y por eso hay tres productos o están esos que salen por televisión, tipo "popstars". ¿Sabés cuánto ganan? Dos pesos. Hoy es muchísimo más mediocre que lo que era. La música es un kiosco reaccionario y choto. Me parece que es también una crisis casi perfecta para muchos que están con esa cosa de ser buscadores. Eso me pasa con la gente y eso me da a entender que no estoy tan equivocada. Porque hay una vibreta simultánea entre quien canta y quien escucha, quiere decir que hay un código ético, ese código de que la posta está por estos lados. Hay mucha pendejada y mucha gente de mi generación que no escuchaba tango, y esos son los que se sorprenden. Los pendejos no, ellos ya saben a qué vienen. Tiene que ver con un recorrido ético, con la búsqueda de la gente que no miente.

Y vos sos una artista que hay que descubrir, hay que buscar... Yo quiero seguir estando del lado del que quiere descubrir, y si me descubre, mejor. Más bien, prefiero el boca a boca. Además, yo hacía lo mismo con la música. Cuando nosotros estudiábamos, a Silvio Rodríguez no se lo podía escuchar. Entonces, nos pasábamos por debajo de la mesa los cassettes y se escuchaban como el culo porque estaban grabados de grabados. Y tiene mucha más presencia en mi alma eso, que todo aquello que es tan fácil.

¿El Polaco y vos son artistas más de escenario...?

Depende, hay gente que le gusta mucho en los discos y hay gente que descubre a Adriana Varela cuando la ve en vivo. Pero es Adriana Varela, el tango es otra cosa. Son fenómenos diferentes, es verdad. A mí me pasó lo mismo con Jaime Ros, y es muy particular su música, entendí todo y me voló la tapa de los sesos. Pero yo no sabía lo que era el Río de la Plata tampoco. El Polaco era muy dogmático, y decía "El tango no es para mediocres, entonces no tiene que ser masivo". Yo pienso eso, que no tiene que ser masivo, pero yo pienso que el tango es popular. Lo masivo es otra cosa, es el marketing. Jaime está valorado como un artista, ahora si la compañía hace mosca con Jaime es otra cosa. Me parece que el arte es trascendente cuando es popular, o no. Astor nunca ha sido masivo, ni lo será.

Pero ya no se puede negar que cada vez es más popular. Era una música de élite, ojo. Ojo que el circuito de Astor era para gente que sabía de música. Pero después se empieza a instalar en el alma el sonido, aunque no entiendas, y eso es trascender. Y por eso el tema del tango es un código muy apasionado. Y lo que falta justamente en este puto mundo globalizado, es pasión. Entonces ya la imagen de un hombre y una mujer agarrados, es muy fuerte. Y lo que pasa cuando uno ve bailar, es muy fuerte, muy simbólico. Hay un debate permanente entre hombre y mujer para ver quién tiene la posta, todo una cosa que tiene que ver con el compromiso. Pero como todo es individualista hoy, lo que es estéticamente apasionado tiene mucho peso. Y la poesía del tango también habla del otro, pero en realidad todo es en referencia de la ausencia del otro, y eso está bueno en un sentido social...


(La nota completa en la edición gráfica de Sudestada N°12)

Comentarios

Autor

Diego Lanese, Ignacio Portela