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Entrevista

Esteban Morgado: "Con la música uno puede sentir que la libertad es posible"

A punto de editar su tercer disco de manera independiente, Esteban Morgado es uno de los más talentosos guitarristas y compositor del país, que se animó a romper con la rigidez de la música de conservatorio y mezclar tango, rock, música clásica o folklore.

Son múltiples las facetas que muestra la carrera musical de Esteban Morgado. Iniciado en la más ortodoxa enseñanza institucional del conservatorio clásico, el guitarrista y compositor logró transformar esa rígida formación académica en una capacidad casi única en el país de interpretar tango y rock, música clásica y folklore o blues con la misma soltura y belleza que cualquiera de estos géneros requiere. Admirador de George Harrison y de Astor Piazzolla, está a punto de finalizar la grabación de su tercer disco, una selección de veinte temas registrados en vivo en un centenario bar porteño. Morgado, que por tercera vez producirá el material en forma independiente, recibió a Sudestada en su estudio de grabación

¿Cómo se despierta tu amor por la música?

Yo tenía cinco años y mis viejos tuvieron la maravillosa idea de mandarnos a estudiar a un conservatorio que había en el barrio. Nosotros somos de Villa Luro, y digo nosotros porque mi hermano Claudio, un personaje conocido y conductor de televisión y artista, en realidad también es pianista. Era en ese momento una manera de divertirnos, de pasarla bien, y la enseñanza de la música venía como de costado, sin darnos cuenta, porque la verdad es que nos parecía bastante aburrido. A nadie se le había ocurrido que quizá la misma dificultad que podía tener la lección veintidós del libro de Sagrera la podía tener un arreglo de Yesterday o de Let it be, de los Beatles, o La Balsa. A nadie se le ocurrió escribirlo, y en realidad eso era lo que había que hacer. Había que hacer todo un trabajo de ir a sacar del disco, romperlo con la púa y estar horas tratando de sacar qué hacía Harrison en los temas de los Beatles. Y esto era maravilloso, porque te desarrollaba un oído impresionante.

¿En tu casa se escuchaba música?

Sí, muchísima, mi padre era muy melómano, y el laburaba toda la semana, porque es docente, y recuerdo que los sábados durante toda la mañana mi viejo ponía música en el winco. Y ponía a Vivaldi, folklore, tango, y nosotros teníamos ocho o nueve años y ese era el ritual. Y la verdad que nos vino muy bien, porque te va quedando en el inconsciente esa música que escuchás. Y gracias a ellos que nos mandaron a estudiar hoy estamos donde estamos.

¿Cómo influyó la efervescencia política de los '70 en tu vida?

Egresé del colegio Nacional Buenos Aires en 1976. Fueron años muy duros, muy difíciles, y por otro lado inolvidables, maravillosos en el sentido de lo que era la lucha universitaria y lo que pasaba con el movimiento estudiantil. Nosotros nos encontramos en tercero o cuarto año tomando el colegio, y militando. Yo era uno de los representantes de la Juventud Comunista, junto con Aníbal Ibarra. Había todo un movimiento intelectual, y si quieren revolucionario, utópico, con toda la alegría que significaba pensar que podíamos cambiar el futuro. También estaban los campamentos y las guitarreadas donde era el número puesto. Así fui tratando de sacar muchos temas. En esa época apareció un disco maravilloso que era Vinicius de Moraes con Toquinhio y María Creuza en La Fusa, y entonces era sacar toda esa música brasilera. También escuchar a Cacho Tirao, que era impresionante lo que hacía, y era todo mucha pasión, mucho fanatismo. En esa época arrancó Sui Generis, cuando terminaban The Beatles, y empezábamos a conocer las canciones del rock nacional.

En relación al compromiso del músico con la realidad que vive, quizás en tu época de juventud era muy fuerte, algo que parece no suceder tanto ahora

El compromiso, en los artistas que son coherentes, nunca se pierde. A lo mejor por una cuestión estratégica o si quieren de supervivencia, en la época de la dictadura mucha gente tuvo que huir, o que dejar de cantar, y uno lo entiende. A todos nos pasó que en mayor o menor medida uno sintió el terror cerca. Yo estaba en el secundario, en sexto año, y llegaba un lunes a la mañana y me decían loco, chuparon a Mirtha el fin de semana. Mirtha es esa foto que está ahí (señala un portarretrato con una joven en blanco y negro); y vos te preguntabas cómo podía ser posible, y se te ponía la piel de gallina. Piensen que de mi promoción desaparecieron catorce pibes, sobre trescientos alumnos. Algunos se metieron en las ramas juveniles de la ultraizquierda, Montoneros, o la Juventud Guevarista. Otros estábamos en otro palo, y también teníamos nuestra actividad política, y hacíamos piquetes y quilombo, pero... fue algo tan terrible y tan injusto, tan atroz y siniestro. Luego de este genocidio muchos artistas han seguido en el camino, y esto uno lo comprueba con el paso de los años; gente como León Gieco o Víctor Heredia o tantos otros que han mantenido una coherencia y han salido siempre a decir las cosas que había que decir. Otros tipos que sí han cambiado notablemente su manera de ser no me merecen mucho respeto, porque una cosa es decir "para el pueblo lo que es del pueblo" y otra cosa es decir "manso y tranquilo", ¿no? Pareciera que son dos personas distintas, pero no. Entonces si sos la misma persona algo te pasó. Cada uno es lo que es y se hace cargo de las cosas que dice y hace.

¿Qué es lo que más te gusta de los encuentros con el público de los sábados cuando tocás en el bar 36 Billares?

Lo que me interesa es lo que se produce como fenómeno social, que la gente cante y se arme una guitarreada, y uno dice bueno... pudimos estar tres horas cantando trescientas personas juntas, que ni nos conocemos, no sabemos quién está al lado nuestro, pero estamos todos cantando La Balsa, o Sur. Lo que quiero decir es que rescato esto de que la gente se pueda reencontrar y decir estamos todos en la misma, tenemos raíces comunes y hemos pasado por lo mismo. Algunos nos dimos más cuenta, otros menos, otros murieron, otros miraron para otro lado, pero hoy estamos en el mismo barco y todos hemos vivido algo: democracia, dictaduras terribles, nos afanaron el país, nos han hecho cambiar la cabeza. Esta es una ideología impuesta por el sistema que tiene que ver con todo lo que hemos vivido; el sálvese quien pueda, de pisar al otro y reventarle la cabeza, donde los valores y la moral o la ética se han ido a la mierda. Por eso reencontrarse cantando es para mí una prueba de que algunas cosas quedaron. Además, así se le puede dar otra característica al concierto, si no el show es del artista que toca allá arriba como si fuera el iluminado que toca para sí mismo y no se preocupa de lo que pasa con el otro, y eso es una cagada.

¿Creés que lo que hace el Gobierno de la Ciudad es cultura popular, es llevarla a los barrios o es poner espectáculos y nada más?

Son las dos cosas: es cierto que la cultura popular está en los barrios, pero también es verdad que tiene que haber organizaciones que se encarguen de dar lugar a que la gente pueda expresarse, sean éstas un centro de gestión, una asamblea, una parroquia o lo que sea. Por eso creo que también es interesante que aparezcan los shows que se hacen en los barrios, aunque sean impuestos por la Secretaría de Cultura, porque mucha gente no va a ver los espectáculos por no tener dinero o no estar incentivada. Yo las veces que he ido a tocar a los centros comunales y la pasé bárbaro, por eso lo rescato. Igual que los festivales de tango, donde te encontrabas con tres cuadras de la Avenida Corrientes cortadas y la gente bailando tango. En definitiva, creo que los espacios hay que ocuparlos...

La nota completa en la edición gráfica Nº24

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Autor

Martín Latorraca y Maximiliano Martinez