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Poesía

Autorretrato


La delicada pinta palabrotas,

calaveras de azúcar, pájaros a cuerda.

Hierven los monos en el árbol que canta:

"El dolor no hace hijos, no limpia la cocina,

no ve tras la ventana, no llena vasos".

Virgen de los Dolores

cuida de sus pericos,

su sindicato colosal,

su vida de papel maché, cuida

su carcajada, su aeroplano de trapo,

sus milagros de fierro,

su gran desobediencia,

cuida su venadita de sarape rojo.

La embadurnada de amarillo

se trenza el pelo que le falta.

No hay miedo en sus pinceles,

Dice: trágame tierra.

¿Café?: tonos de mole.

Verde oscuro: presagio y malas nuevas.

Solferino es azteca,

sangre vieja de tuna.

¿Y lo demás? ¿El gran lago morado?

¿El rosa buganvilla? ¿La luz tibia?

Amarillo es delirio y camisa de fuerza.

¿Amor? azul cobalto.

Magenta es como un grito,

pero el azul marino es la distancia.

Negro: los hospitales.

Los monos vibran dentro de los colores,

cuando la muñeca rapada

pinta pitahayas y puñales.

Su autorretrato es viento y traje de tehuana,

un espinazo de ceniza, unas alitas de petate.

Junto a la delicada, la pelona toma su tequila.

Sobre un lila de espanto

la calaca prepara sus encajes

de púas, aceita su rueda dentada,

teje la filigrana del desierto.

Cae la tarde.

Un rostro envuelto en hojas de periódico rueda

en la gran pecera del bosque.

Y sobre los árboles llovidos de vendajes,

monos desafinados cantan:

"Si Adelita se fuera con otro..."

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Autor

Jorge Boccanera