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Malditos: Ahed Zaqout

Jugar en Palestina

El Negro Fontanarrosa solía decir que el fútbol sirve como excusa para hablar de las cosas de la vida. Y esta vez, la vida de un exfutbolista, truncada por una bomba en Palestina, es el punto de partida para dar cuenta de cómo el fútbol es resistencia y es, también, un blanco por atacar de parte del Estado Israelí.

Ahed Zaqout era su nombre. Tenía 49 años y el último día del pasado julio, cuando hacía poco había empezado a conducir un programa en la televisión palestina y a trabajar como director técnico, un misil israelí cayó en su departamento de Gaza y lo mató mientras dormía. Enterado de la noticia, el periodista deportivo Jaled Zaher, afirmó: "Palestina perdió a uno de sus mejores futbolistas, posiblemente el mejor mediocampista que hayamos tenido". Cuando los médicos y vecinos llegaron hasta su casa, sintieron el dolor de ver yacer a un ídolo, pero también dijeron: "No se le conocía participación política", en un claro intento de dar por tierra los argumentos guerreristas que enuncia Israel mientras promueve una verdadera cacería. Zaqout fue varios años capitán de la selección juvenil de Palestina y se lo recuerda por la actuación memorable de aquel día de 1994 en que la selección mayor se enfrentó en un amistoso al seleccionado de Francia de Michel Platini.

A principios de agosto, esta vez un disparo alcanzaba a otro futbolista, de sólo veinte años. Mohammad al-Qatari era parte de la multitud que protestaba contra la ocupación de la Franja de Gaza. El joven jugador pertenecía al campo de refugiados al-Amari y recibió un balazo en el pecho de los tantos que dispararon las fuerzas israelíes en Cisjordania aquella tarde. Para dispersar a los manifestantes, decidieron utlizar balas de acero sólo recubiertas con goma para disimular intenciones.

Una multitud salió a las calles a despedirlo: por las calles angostas, un río de gente le daba su último adiós, mientras rugía contra tanta muerte injusta.

Pero el caso más conmovedor fue sin dudas el de los cuatro niños palestinos en una playa, mientras jugaban un picadito con otros amigos y primos. Caía la tarde en Gaza ese 16 de julio y los pibes jugaban, despreocupados, frente a los barcos de la marina israelí, encargados del bloqueo marítimo que se impone sobre la Franja. En un territorio víctima de la ocupación y el ataque permanentes, las familias intentan continuar sus vidas con toda la normalidad de la que son capaces. Y el fútbol sigue siendo el juego que más atrae a la población y, claro, a los niños. Por eso aquellos primos pertenecientes a la familia Baker corrían esa tarde tras el balón. Mohammad, Ramez, Ahed y Zakarya, todos de entre 9 y 11 años, fueron las víctimas: uno de los buques de guerra israelí disparó una tanda de misiles que, supuestamente, tenía como objetivo un contenedor metálico "sospechoso".

El tío de los pequeños, Abdul Karim Baker, criticó, furioso: "Es una masacre a sangre fría. Es una vergüenza que no se hayan dado cuenta de que eran niños, con toda esa tecnología moderna que dicen que tienen". Por su parte, el vocero militar israelí, Moti Elmoz, adujo: "Por ahora puedo decir solo que hemos atacado un objetivo sospechoso en la playa" y, como ya es costumbre, después culpó a la milicia palestina: "El responsable de las imágenes crudas es Hamas, que recurre a niños como escudos humanos". No olvidemos que habla de niños que corren, inocentes, con su vista fija en la pelota y su anhelo en el arco.

Desde que el Estado Israelí iniciara el 8 de julio pasado la ofensiva contra Gaza, más de 2 mil personas fueron muertas, la tercera parte de ellos, niños. Y entre ellos, veintiseis se encontraban jugando a la pelota.

Mientras tanto, la Agencia de Naciones Unidas para los refugiados palestinos (UNRWA) adviertió que la situación en Gaza comienza a "ser insostenible", y que va hacia una tragedia humanitaria. "En este momento hay 20 mil personas registradas en los albergues que tiene habilitados la UNRWA. Pero son muchas más, ya que por la noche los refugios se abren para acoger a la gente que huye de los bombardeos", explicó Antonio Menéndez de Zubillaga, coordinador de la organización.

La pelota manchada

Cuatro años después de aquel amistoso contra la selección francesa que jugara Ahed Zaqout, en 1998 la Federación de Fútbol Palestino (FFP, fundada en 1928) ingresaba a la FIFA. A pesar del marco legal que le da la pertenencia al organismo y la Circular 1385 que emitiera en octubre de 2013, para promover que no se interrumpa el desarrollo del juego en Palestina y, menos, que fuera obstruido por la avanzada israelí; cuando las bombas no caen sobre el territorio, el fútbol se ve diezmado y atacado una y otra vez.

Bajo los pretextos de que los palestinos "utilizan al fútbol para ocultar grupos terroristas dentro de la región" (según dichos del presidente de la Federación Israelí de Fútbol, Avi Luzon), que lanzan cohetes contra su territorio desde los estadios e incluso que utilizan el deporte para difundir propaganda antiisraelí -todo lo cual puede agruparse dentro del argumento siempre bien a mano de "amenaza a la seguridad"-, perpetúan una serie de medida para restringir el normal desarrollo del fútbol en la región. Es claro que no se trata sólo de una opción deportiva sino de un intento de aislamiento en todos los ámbitos y un deterioro del ánimo de la población.

Entonces, con la excusa de la "seguridad" es casi imposible conseguir un permiso para la construcción de estadios (tres de ellos quedaron a medio construir) y se interrumpen a menudo la utilización de los que ya existen (varios de los cuales ya fueron cerrados, otros bombardeados e incluso clausurados en pleno desarrollo de partidos, como fue el caso del estadio Al-Zaitun en 2013).

El movimiento dentro del territorio de los mismos jugadores palestinos (hay que tener en cuenta que la selección está integrada tanto por jugadores de Gaza como de Cisjordania y el intercambio entre ellos se hace muy cuesta arriba) y la llegada de delegaciones extranjeras de fútbol (por medio de demoras en el otorgamiento de permisos) es otro de los obstáculos implementados por el desgaste israelí. Uno de los casos más puntuales fue en agosto de 2013, cuando la selección juvenil de Iraq fue detenida en el Puente Allenby. Luego de demoras y contrariedades, cuando les otrorgaron el permiso de ingreso, hacía ya cinco días que el torneo había comenzado. Y en cuanto a retrasos y desvíos, las donaciones que provienen de la FIFA se demoran de tal manera que los impuestos adicionales exceden la capacidad de pago de la modesta Federación Palestina. Pero si algo sigue siendo lo más terrible es la constante violación a los derechos humanos perpetrados por Israel: el caso más resonante es el del jugador Mahmoud Sarsak, encarcelado sin juicio previo -acusado de haber entregado dinero, mensajes y un celular a un militante de Hamas- cuando iba desde Gaza hasta Cisjordania para entrenar con su equipo de fútbol. Pudo salir en julio de 2012, después de estar tres años preso y realizar una huelga de hambre de noventa días (hasta el ex futbolista francés Eric Cantona participó de la campaña por su liberación).

El presidente de la FIFA, Joseph Blatter, declaró a fines de julio, luego de la muerte del exjugador Zaqouq: "Estoy muy preocupado por esta situación en la región. Estamos desconsolados al enterarnos de que la gente de la comunidad de fútbol ha sido asesinada. La FIFA, y yo personalmente, lamentamos esta situación y cualquier forma de violencia".

(La nota completa en Sudestada N° 133 - octubre de 2014)

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Autor

Nadia Fink