Buscar

¡La hora, referí!

Ojos rojos, una historia de fútbol

Hace más de 10 años, tres jóvenes directores. Un documental sobre la selección Chilena. Sin recursos para la posproducción y sin una historia para contar, salvo la del fracaso. Y ahí, en el medio del dolor, la luz.

1. Hace cientos de miles de años hubo un lugar, una génesis, un gran espacio terrestre, tierra húmeda de la cual, con la ayuda del calor, nacía el pasto. Sólo veintidós organismos pluricelulares que, sin nada que hacer ni más perspectivas que el aburrimiento, decidieron dividirse en dos equipos e inventar un juego. Así nació la historia de la humanidad y, salvo ese juego, todo lo demás ha sido un simple error. Un simple relleno.

2. Pocos días antes del Mundial de Sudáfrica se estrenó en Chile un documental sobre fútbol. Un documental cíclico y polar, que recorre y retrata todos los espacios infinitos que sólo una pasión popular y un arte universal pueden tener. Dios y el diablo conviven permanentemente en este mundo dialéctico donde no hay risa sin llanto. Dicho documental nos mostró un aspecto del deporte del balón que no se suele mostrar. El de las cornisas: aquellos territorios grises que no están ni en la cancha ni en la prensa ni en los libros, sino en todos esos lugares.
Antes de terminar el primer mes de vida en los cines, ya era el documental más visto en la historia del país. Ahora parece que todo es éxito, pero no siempre lo fue, en el proceso de rodaje hubo que caer y volver a levantarse. A continuación, esa historia.

Primero, hace más de diez años, fue un documental sobre fútbol, o intentaba serlo. Un grupo de tres jóvenes se proponía entrar a la cancha con los jugadores de la selección nacional y retratar lo que ahí sucedía. El propósito era hacer un seguimiento al equipo en su camino al Mundial de Alemania 2006. Pero hay un detalle, los jóvenes eran chilenos y la selección también. Ese pequeño dato se tornó fundamental: Chile no fue al Mundial. Chile se quedaba en Latinoamérica junto con Perú, Bolivia, Uruguay y otros olvidados, mientras los grandes de siempre preparaban las valijas para ir a Europa.

Después de cuatro años de rodaje, todo el trabajo y las esperanzas se convertían en dudas y deudas. Era, en ese momento, un documental sin recursos para la posproducción y sin una historia para contar, salvo la del fracaso.
Y ahí, en el medio del dolor, la luz. No había más opción que retratar lo que éramos, de buscarnos a nosotros mismos entre tanta lágrima, de conocernos, interrogarnos y retratarnos en esa faceta tan nuestra: la derrota.
Así nace Ojos rojos. Una radiografía del dolor, una genealogía del ser chileno, del ser sudamericano y, cómo no, una eterna búsqueda del gol.

(La nota completa en la edición gráfica de Sudestada)

Comentarios

Autor

Simón Kemplerer