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Entrevista con Acorazado Potemkin

Mugre y Potencia

Generaron nuevos caminos en la música nacional. Abrieron surcos con bandas históricas como Pequeña Orquesta Reincidentes, Don Cornelio y la Zona, Los Visitantes y Me Darás Mil Hijos. Hoy retornan a un sonido visceral, montados en el buque ucraniano que encendió la llama de la revolución rusa.

Un barco enorme y pesado allá en el horizonte. Rostros duros. Una bandera en el mástil. Ruidos de cadenas. Y un océano infinito. La máquina avanza rompiendo las olas y deja una estela de espuma negra. El ruido es una mezcla de motor con canto de pájaros. El pasado y el futuro condensados en una insignia rusa. ¿Qué traen estos tipos?

Uno podría suponer que la herencia de la Pequeña Orquesta Reincidentes, aquella banda vanguardista que nació a principios de los 90 y que favoreció el desarrollo de experimentos geniales como Me Darás Mil Hijos, iba a retomar rutas desconocidas, algo sofisticadas, pero nos sorprendió a todos con el desembarco de Acorazado Potemkin, que ya con el nombre nos da una bofetada de alto voltaje. Al viejo estilo de los tríos clásicos de punk-rock, se combinan la voz y guitarra de Juan Pablo Fernández (ex Reincidentes), el bajo de Federico Ghazarossian (Los Visitantes, Don Cornelio y Me Darás Mil Hijos) y la potente batería de Luciano Esain (Valle de Muñecas, Motorama, Flopa Manza Minimal) en un sonido que ellos definen como mugre, por no poder meterlo en ningún molde. El nuevo engendro, con algunas reminiscencias del punk-rock británico de los 70 y algo de Tango también, se encuentra grabando su primer disco, Mugre, con invitados como Flopa Lestani y Juan Ravioli, luego de un año de gira por todo el país. Es un momento sa¬grado. Hay que destruir para armar. Masticar y escupir. La historia del rock independiente espera ansioso un nuevo hijo, que saldrá a la luz el próximo mes, y estará abierto a todos los oídos que quieran descargarlo de la web.

Sudestada conversó con ellos, en una pausa de la grabación, en pleno estado eufórico de creación, donde los fantasmitas vuelven a bendecir las cuerdas, y de la dialéctica grupal surge una identidad propia.

-¿Cómo es el momento en que se juntan y componen una canción?

L: -La mayoría de las veces sale de un boceto de melodía, de riff de viola, o un tono que trae uno, y ahí vamos aportando.

J: -En general hay uno que trae y después el tema se arma entre los tres. Por ejemplo, yo compongo siempre las melodías primero y después escribo la letra, pero el arreglo de todo el tema, el armado, lo hacemos entre los tres.

F: -Los primeros momentos, cuando hay una explosión de sentimientos de cada uno, es algo muy alegre, muy divertido. Muchos temas se armaron de golpe en el ensayo, por la intuición de cada uno, y otros capaz costaron un poco más, pero tienen una sorpresa que capaz en otra banda que lleva siete años no pasa.

J: -Estamos en el momento en el que cualquier idea prende, como cuando hacés un buen fuego y cualquier cosa que le echás, prende.

-¿Coinciden los tres en esta especie de retorno a lo visceral?

F: -Yo tenía otro concepto. Juan quería volumen, rock... Yo empecé con el contrabajo, hasta que vino Luciano y dije: "acá esto no camina ni con ruedas"... Hacía como diez años que no tocaba rock, estaba medio peleado. Pero fue como una cosa que decantó sola. No por nada un día llevé el bajo a la casa de él, entró bárbaro y me pareció que iba por ese lado.

J: -Hubo mucha gente a la que le dio una sensación rara... en Los Reincidentes hacíamos mucho trabajo, pendientes del sonido, de los instrumentos acústicos... éramos unos bestias, poníamos mucho de cada uno.

-¿Tiene más valor lo grupal para este tipo de música?

L: -Siempre es importante. La base de una banda es llevarse bien. Partiendo desde cómo entendemos la música, el rock, estar en el escenario. La banda es la interacción entre las personas. Es lo que pasa cuando uno está tocando.

F: -Pensá que la mayoría de las bandas en las que estuvimos realmente tienen un 90 por ciento de aguante personal de cada integrante; y si no hay una buena onda grupal, te vas a la mierda.

J: -A mí me cuesta imaginar un proyecto musical si no es con otras personas, como un hecho colectivo, una banda, sin una cabeza, un líder, alguien que diga: "vos tocá tal cosa"... Es muy importante. Yo puedo traer muchos temas, pero para que ellos se lo apropien tienen que poner algo suyo, y si ponen algo suyo es de ellos, de todos. Así se trabaja...

F: -Hay un momento de la comunión de la banda que es cuando pasan cosas extra musicales, y que eso lleva a que te tires pedos en el escenario y que esté todo bien y que le pase algo al público.

J: -Empieza a pasar eso; empieza a abrirse, se hace más inmanejable, tiene algo interno donde cada uno da lo suyo pero después ya no lo podés controlar. Es lo más lindo que pasa cuando un grupo es un grupo.

(La nota completa en la edición gráfica de Sudestada Nº 96 - marzo 2011)

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Autor

Martín Azcurra