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Cinestada

Psicosis: Una película de miedo

Un lúgubre caserón venido a menos. Un motel vacío en medio de una carretera abandonada. Una noche de tormenta. Una bella muchacha rubia en plan de escape con 40 mil dólares robados. Un joven alto y desgarbado, nervioso, lleno de tics, pero que parece confiable y hasta extrañamente encantador. Una madre embalsamada. Una ducha. Un resplandeciente cuchillo. Un grito aterrador. La música -estridente, tensa, sofocante- de unos violines nos alerta: ya nada volverá a ser igual. Y nada lo fue. Ni en la trama de la película, ni en la carrera de Anthony Perkins, ni en la historia del cine de terror, ni en los hábitos de baño de los cinéfilos alrededor del mundo.

Toda saga tiene un comienzo

Corría el año 1960 y Alfred Hitchcock quería hacer un pequeño film de género que consiguiera emocionar al público centrándose en lo técnico. Entonces decidió comprar los derechos de una novela que se había publicado el año anterior. El libro se llamaba Psicosis. El autor: Robert Bloch. La cifra estipulada para la transacción: 9.500 dólares (luego Hitchcock se esmeraría en la agotadora tarea de comprar todos los ejemplares que se cruzaran por su camino, para que la gente supiera tan poco de la historia como fuera posible).

En la adaptación de la novela el director y su guionista, Joseph Stefano, apostaron a un cambio fundamental. El Norman Bates de Bloch era un cuarentón pelado y de anteojos, imagen no sólo poco seductora sino también poco sorprendente. El público imaginaría así a un asesino serial, impotente, edípico y totalmente trastornado, pero jamás desconfiaría de un joven ágil y atractivo. Por eso Hitchcock pensó en Anthony Perkins para el papel: "el chico de al lado", con quien la audiencia se identificaría, al menos hasta conocer su lado oculto.
La película fue filmada por el mismo equipo que el director usaba para hacer su ciclo de TV "Alfred Hitchcock presenta" y sólo costó 800 mil dólares (recaudaría después más de 40 millones). El film no sólo marcó tendencia en lo que, de allí en más, sería el género de terror, sino que también revolucionó al cine desde otros aspectos. Temáticas tabú como la sexualidad (y los trastornos relacionados con ella), el travestismo, el complejo de Edipo, el incesto latente, la ambición, el robo, la necrofilia y el asesinato a sangre fría, se mezclaban como un coctail explosivo en una trama que además rompía barreras en lo "mostrable" en cine: en Psicosis fue la primera vez que se tiró la cadena de un inodoro en la pantalla grande. Por primera vez también, la estrella de la película era asesinada en el primer tercio de la cinta (estrategia repetida décadas después en una heredera bastarda de Psicosis, Scream, en la que Drew Barrymore es asesinada en los primeros minutos de película).

La escena más famosa

Hay una escena en Psicosis que ha hecho aún más historia que el mismo film: la archiconocida "escena de la ducha" en la que Janet Leigh muere acuchillada. Hitchcock sabía que esa era la escena fundamental, tal vez simplemente porque fue la razón que lo llevó a adquirir los derechos del libro. Por eso fue a la que le dedicó más tiempo y trabajo: 7 días y 70 posiciones de cámara para 45 segundos de película.

Hubo rumores de que esa escena no había sido dirigida por Hitchcock sino por Saul Bass (a cargo de los precisos títulos de apertura), pero el tiempo parece haberlos desmentido. El que sí estuvo ausente fue Anthony Perkins, que estaba en Nueva York ensayando para una obra teatral. Lo que vemos es un doble disfrazado de la Sra. Bates. Tampoco Janet Leigh fue pura presencia. La cara, las manos y los hombros son suyos, pero el resto del cuerpo pertenece a una modelo más dispuesta a recibir las puñaladas. El sonido de las mismas se logró atacando a cuchillazos a unos melones. Y la sangre es en realidad salsa de chocolate. El director quería dejar la escena en silencio, pero Bernard Herrmann (a cargo de la música del film) decidió no escucharlo y musicalizarla igual.
A pesar de todo esto la escena aún sigue aterrando a la audiencia. Luego del estreno Hitchcock recibió una carta de un padre disgustado porque después de ver la película su hija se rehusaba a tomar una ducha.

¿El negocio interminable?

Alfred Hitchcock se oponía a una continuación, pero el negocio de taquilla que prometía una secuela era extremadamente tentador. Por eso, apenas murió, los hilos de la saga comenzaron a tejerse y en 1983 se estrenó la secuela que más se hizo esperar en la historia del cine: 22 años después de matar a Marion Crane, Norman Bates es liberado de la institución a la que había sido confinado y regresa al Motel Bates a hacer de las suyas. La hermana de Marion y su joven hija harán cualquier cosa por desequilibrarlo para que lo encierren otra vez. Entretanto le aparecerá una nueva madre, a quien matará al final de la película para tener otro cadáver embalsamado con el que discutir. Psicosis II fue un éxito de taquilla, lo que llevó irremediablemente a...
Psicosis III. En 1986 parecía haber llegado la hora de volver a sacar a Norman de su ostracismo y devolverle algo de adrenalina al Motel Bates. La sorpresa era que Anthony Perkins no sólo iba a protagonizar la película, sino también a dirigirla. La estética de los 80 se impone en esta tercera parte con más sexo, más desnudos, más sangre y más violencia que en las anteriores. A pesar de ello, Norman comienza a redimirse gracias al amor de una inocente doncella. Si la doncella amó a Bates en la tercera parte, el público no, ya que la película fue un fracaso de taquilla, lo que desalentó una cuarta entrega en celuloide. Pero Norman Bates se rehusaba a morir.
Hizo su reaparición en 1990 con la película hecha para TV por cable, Psicosis IV: el comienzo, que retoma episodios de la niñez y la adolescencia de Norman, ahondando en explicaciones que habían sido dejadas de lado por las anteriores. Sobre el final nace el hijo de Bates, abriendo un interrogante que incomprensiblemente aún no fue respondido por Osgood Perkins (hijo de Anthony, de profesión actor)...

La nota completa en Sudestada n° 39.

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Autor

Anabella Castro Avelleyra