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Editorial

Escriben los amigos

(Nuestra publicación cumple cinco años de vida, y ya es hora de mirar hacia atrás para recordar todas las dificultades que atravesamos. Sin embargo, esta vez, en nuestra editorial, preferimos cederle la palabra a dos grandes amigos de Sudestada en este tiempo: los escritores Andrés Rivera y Juan Duizeide, quienes en algunas líneas se refieren a la revista de una forma que denota cariño y un respeto que nos enorgullece.)

Julio Cortázar: Nota de tapa de Agosto 2001 - Agosto 2003

Lejos de una elección superficial o intrascendente, la decisión de la primera tapa de la historia de Sudestada representaba entonces algo más que un dilema periodístico.

Había que elegir, y hacerlo muy bien. Había que optar por una referencia simbólica, por una persona que generara entre nosotros, los integrantes de la revista, un claro sentido de pertenencia.

Una identificación desde lo literario y desde lo político, una guía desde la sensibilidad de una obra, un punto de partida desde donde aferrarnos y comenzar a trazar nuestro propio camino, allá por agosto de 2001.

No había otra tapa posible, para aquella Sudestada número uno, que Julio Cortázar.

El tema de aquella primera nota de tapa fue la última visita del autor de Rayuela a Buenos Aires en diciembre de 1983, un par de meses antes de su muerte. Había sido su despedida, pero pocos se dieron cuenta. No hubo homenajes ni largas conferencias.

Tampoco fue recibido por el recién asumido presidente democrático después de la más oscura dictadura (aquella famosa anécdota sobre el encuentro de Raúl Alfonsín con intelectuales al que no fue invitado Julio, símbolo también de una cobardía que teñiría toda la gestión del dirigente de la UCR).

Era, a la vez, la historia del adiós silencioso de una ciudad a un gran artista, y nos permitía a nosotros comenzar a dibujar torpemente los trazos invisibles que se repetirían en cada artículo en Sudestada: la historia de un olvido, los laberintos de un pasado que regresa, las voces que el tiempo sepultó con toneladas de diario y revistas que ya no se ocupan de ellas, una deuda pendiente, una entrañable sensación, siempre repetida, de estar escribiendo un pedacito de vida de un compañero, de un amigo.

Eso era Julio Cortázar en ese agosto de 2001, pura presencia, uno más en la redacción de Sudestada, una voz en las reuniones, un impulso en el trabajo.

Por eso, y más allá de sus apariciones repetidas en la revista, el estigma del cronopio sigue sobrevolando nuestra redacción, nos vigila y nos alerta, nos exige y nos estimula.

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Fabián Polosecki: Nota de tapa de Septiembre 2001 - Marzo 2005

Esquivando las barreras que imponía el medio encontramos algunas puntas en las cuales amarrar nuestras ideas. No había muchos troncos donde sostener esas barcas de búsqueda e ilusión.

Pero el contacto con la historia de ese pibe que nos había volado la cabeza cuando éramos unos pibes fue inmediato. Si alguien nos preguntaba en nuestros inicios qué queríamos hacer con Sudestada indudablemente respondíamos: "hagamos algo parecido a lo que hizo Polo". El desafío no era fácil.

Cómo lograr ese instante de belleza que sacaba Polo a sus entrevistados, cómo lograr esa sensación, esa imagen, esa carrera a la verdad. Por eso elegimos publicar en nuestro segundo número una nota sobre su obra. Es que, sin dudas, Fabián Polosecki fue el eje de muchas de las ideas, fundamentos y decisiones políticas a la hora de encarar el armado de cada edición. Y lo sigue siendo, porque atrás de cada búsqueda sabemos reconocernos en esas temáticas. Pero, cómo hacerlo en gráfica, era la cuestión. Con Polo éramos amigos sin conocerlo, sin jamás habernos cruzado y lo seguimos siendo porque todos los días tenemos temas para hablar, porque nos une la pasión por la obra artística, entendida como los pequeños actos de la vida.

A quienes integramos Sudestada siempre nos sorprendió que en ámbitos universitarios la figura de Polo estuviese acotada a los comentarios de pasillo entre alumnos, que no se reivindicara desde las cátedras ese periodismo que rompía con los farsantes de la objetividad, con los campeones de las noticias denuncia. Hoy, felizmente, en algunos ámbitos del conocimiento se está recuperando, de a poco, esa figura que marcó un quiebre en el periodismo televisivo. Polosecki logró poner en pantalla historias cotidianas, que resultaron extraordinarias.

Para entender cómo funciona Sudestada hay que entender la relación que establecemos con cada entrevistado o con cada personaje elegido para sacarlo del olvido y hacerlo reaparecer en escena. Es fundamental para encarar un trabajo vincularse de lleno con las historias y las personas. No creemos ni nos interesa ser imparciales. Polosecki tampoco compraba esa idea. "Hacemos antiperiodismo, porque en mi programa me parece que intentamos rescatar una mirada si se quiere artística, subjetiva, personal, respecto de la realidad", sostenía en una exposición ante estudiantes de cine. A nosotros nos resulta imposible no sentirnos identificados.

Han pasado más de diez años de los memorables programas de El otro lado y El visitante y, sin embargo, la televisión no ha logrado poner en pantalla algo de ese nivel. Pocas producciones llegaron a rozar esa magia que lograba el programa, que tenía un eje fundamental en el trabajo colectivo, pese a ser protagonizado por Polosecki. Hoy, pareciera que está en extinción la idea de elaborar proyectos con amigos, compartir ideas y placeres sin otra aspiración que disfrutar de esa creación.

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Instrucciones para editar una revista cultural

(NdR: El siguiente catálogo instructivo fue publicado en la edición n° 8 de Sudestada y cobra curiosa vigencia hoy, 5 años después. De allí su rescate. También se adjunta interesante anecdotario de desventuras en estos años inolvidables de fiebre y trabajo.)

1) Procure rodearse de sujetos más bien infames, con un pasado turbulento y sin demasiada preocupación por formalidades y disquisiciones académicas de escritorio. Tenga bien construir con ellos una sólida relación en base a principios amistosos y de compañerismo que necesariamente deberá edificar con muchos meses de antelación, incluso años.

2) Tenga bien analizar concienzudamente la situación política y económica nacional, los inconvenientes lógicos del desempleo, la falta de trabajo, su nulo patrimonio y temáticas como la devaluación, la cotización del dólar y el aumento de precios. Una vez conocida la realidad general, proceda a ignorarlo todo y tome la decisión de jugarse a todo o nada las pocas fichas que le quedan. Para superar este segundo escalón es menester poseer cierta inconsciencia primaria que viene con el envase.

3) Dispóngase con toda su humanidad a vender revistas en la puerta de obras y espectáculos de todo tipo llueva, nieve o truene. Persiga hasta el cansancio a amigos (que, en todo caso, dejarán de serlo) y conocidos para cazar suscripciones y ofrezca cómodos planes de pagos para un puñadito de anunciantes. Demuestre toda su predisposición a mancharse las manos con tinta, a tipear notas contra reloj, a escuchar críticas del entorno, a contar monedas, a esperar negativas, a renegar con el amigo imprentero, a buscar papel barato, a soportar ciertos personajes, etc.

4) Antes de ingresar, propóngase dejar en el umbral de la redacción sus problemas cotidianos, particularmente los ligados al ámbito económico, familiar o incluso a ciertos desengaños amorosos que nunca faltan. Una vez adentro disfrute, diviértase, actúe con pasión. Se recomienda recoger los problemas diarios una vez abandonado el recinto de redacción para evitar altercados entre los redactores y nuevos problemas.

5) En caso de visitar algún sagrado recinto de la cultura, tenga bien recordar estas necesarias posturas para no quedar fuera de lugar: en una exposición de pinturas, párese inclinado 75º, frunza el ceño y tómese el mentón con la mano derecha; durante una obra teatral de intrincado argumento mire alrededor y proceda a aplaudir cuando el más despierto del público lo haga, ni antes ni después. En todos los casos, concurra al mingitorio lo menos posible e intente evitar los lugares iluminados y la compañía de uniformados o personal de seguridad.

6) Siembre a lo largo y a lo ancho de la redacción una serie de fantasmas que amenizaran su estadía y harán las veces de mitología casera bien necesaria. En el caso de Sudestada, los fantasmas encontrados son: el gaucho noctámbulo que convida unos mates asesinos con la fortachona yerba La Tranquera, el alma en pena de un cobrador que azota las conciencias de cada redactor recordándole sus deudas con la publicación, el espectro de un petiso quilmeño que escribe poemas ajenos en las paredes, la famosa garrafa mágica que jamás se agota y que sería un regalo de los dioses, una musa literata oculta en la heladera que suele visitar a los redactores los domingos por la tarde en forma de cucaracha de temibles proporciones, y la lista sigue...

7) Apúrese en armar una valija para compartir, donde no pueden faltar los personajes de Cortázar, las baladitas de Salinas, los finales de Poe, las metáforas de Sabina, el ejemplo del Che, los solos de Miles Davis, los trazos de Berni, la aventura de Oesterheld, el sentimiento del Chango, la pasión de Walsh, las polonesas de Chopin, el cross a la mandíbula de Arlt, algo del talento de Polosecki, los detalles de Sábat, los versos de Pizarnik, las imágenes de Salgado, el dolor de Dostoievski...

8) Una vez cumplimentadas las precedentes instrucciones, proceda a cerrar los ojos un momento. Olvide todo, queme esta página y salga a la calle. Busque, busque, amigo lector. El universo es una bellísima colección de historias que todavía no han sido narradas. Empiece por donde quiera, nosotros mejor empezamos por acá, por el sur, con los amigos. Suerte y adelante, que aunque cueste cada vez más, la batalla continúa...

(La nota completa en la edición gráfica de Sudestada Nº51-Agosto 2006)

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Sudestada

El colectivo de Revista Sudestada esta integrado por Ignacio Portela, Hugo Montero, Walter Marini, Leandro Albani, Martín Latorraca, Pablo Fernández y Repo Bandini.