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Editorial

¿Irse o quedarse?

"Un sueño y un pasaporte, como las aves buscamos el norte/ cuando el invierno se acerca y el frío comienza a apretar./ Y este es un invierno largo, van varios lustros de tragos amargos/ y nos hicimos mayores esperando las flores del jacarandá./ Cómo me cuesta marcharme, me cuesta quedarme, me cuesta olvidar./ El olor de la tierra mojada, la brisa del mar..."

Jorge Drexler, "Un país con el nombre de un río"


Cualquier lector podría sospechar que la respuesta a la incógnita que titula este editorial se encuentra definida, para los integrantes de esta revista, con la cita del genial músico uruguayo que precede estas líneas. Es más, sería lógico suponer, conociendo un poco el perfil ideológico de Sudestada, que nuestra posición con respecto a esta disyuntiva es categórica y que no deja lugar a medias tintas. Pero no es tan así, no al menos ahora, porque el debate sigue vivo en nuestra redacción al igual que en cualquier otro lugar donde la pregunta se repite y la opción se transforma en un camino decisivo para cualquier pibe joven con preparación o sin ella, con muchas o pocas inquietudes artísticas.

Algunas cosas son ciertas: digamos, hablar de irse en estos tiempos de desempleo, exclusión, miseria y convulsión social suena a una posición egoísta que se limita a la decisión individual de largar todo y jugarse las pocas fichas que quedan en otro lugar, porque acá está todo perdido y no hay alternativas. Pero nadie puede negar que el tema está instalado, que se habla de irse o quedarse todos los días, que todos nos hemos planteado el desafío ante la desesperanza que nos golpea de forma cotidiana en nuestro trabajo (los que lo tenemos) y en nuestro barrio. No sirve entonces ser determinista, ni partir de preceptos nacionalistas tan huecos como peligrosos, mucho menos escudarse en dogmas vencidos después de tantos años de injusticias y falta de alternativas.

"Hay que soñar, pero a condición de creer seriamente en nuestro sueño, de examinar con atención la vida real, de confrontar nuestras observaciones con nuestro sueño, de realizar escrupulosamente nuestra fantasía", decía a principios del siglo pasado un joven poeta ruso llamado Lenin, y en la esencia de esta reflexión se ocultan los trazos para intentar resolver la pregunta que fue matriz de este breve texto que inaugura el número 6 de nuestra revista. Partimos de nuestros sueños, siempre, que no son nunca individuales, que no se limitan a la realización como persona o como artista simplemente, sino que parten de la idea de un proyecto colectivo, basado en la política y en la cultura como herramientas de un cambio revolucionario en manos de los que menos tienen y más trabajan, lejano a las oficinas de los funcionarios de turno que siempre encuentran una manera para mantenerse al tope de la rapiña a través de esa mentira impuesta como sentido común a sangre y fuego que se llama democracia liberal representativa. Nosotros soñamos, sí, con otra democracia, donde seamos nosotros los protagonistas de las decisiones de fondo y donde el arte no sea el refugio para evadirse de la realidad, sino una consecuencia natural de la necesidad de expresión del hombre. Pero además de soñar, hay que actuar.

¿Entonces no hay respuesta?, ¿nos vamos o nos quedamos? No sabemos, pero pensamos que para el que se va no será fácil dejarse atrás, abandonarse para intentar construir otro proyecto, aún desde lo individual, porque la desesperación es mucha y la frustración es una sombra que no nos deja ni dormidos. Para el que se queda tampoco será fácil, porque habrá que apurar los tiempos y romper el cerco individual que todavía hoy nos domina, buscar organizarse para no estar solo y canalizar toda esa rebeldía en una construcción revolucionaria en serio, en un proyecto colectivo. No a modo de respuesta concluyente, pero los siguientes versos de Juan Gelman bien pueden hacer las veces de guía sobre los pasos a seguir en lo inmediato: "Hay que aprender a resistir/ Ni a irse ni a quedarse,/ a resistir,/ aunque es seguro/ que habrá más penas y olvido".

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El colectivo de Revista Sudestada esta integrado por Ignacio Portela, Hugo Montero, Walter Marini, Leandro Albani, Martín Latorraca, Pablo Fernández y Repo Bandini.