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El último lector. Luciano Saracino

“La aventura es la punta de flecha"

Marcada por la huella de lo metafórico, Cienahorcados es la primera novela del narrador Luciano Saracino, ilustrada por Ariel Olivetti. Una poética recorre esas páginas, una sombra que el lector encuentra cercana y un personaje que se nos hace muy conocido: un monstruo, nuestro monstruo.

La sombra del sol sobre el páramo refleja un hombre, su caballo y un monstruo. Los tres avanzan con lentitud hacia un destino conocido. "¿Qué matas cuando matas tu propia bestia? ¿Qué queda de uno cuando ya no hay un monstruo en nuestra sombra?". Todos conocemos el relieve de los monstruos que nos acompañan en este viaje. Percibimos su presencia, anotamos sus inflexiones, conocemos cada uno de sus movimientos, sus ataques y sus repliegues. Pero lo más perturbador, en todo caso, es que ellos, nuestros monstruos, nos conocen mejor que nadie: conocen nuestras tristezas y nuestras flaquezas. Saben de memoria nuestras miserias y nuestros miedos. Miran con atención, desde muy cerca, desde adentro, ciertas reacciones y todos los intentos por librarnos de ellos. Ese es el disparador de Cienahorcados, la novela de Luciano Saracino, ilustrada por Ariel Olivetti y editada por Dícese. La primera, dicho sea de paso, de un contador de historias que hace rato aprendió a caminar sobre los márgenes de los géneros: la historieta (Ich, Cayetano, Historias del olvido y tantas más), el guión (algunos de ellos, entrañables como el de Germán. Últimas viñetas, que narra los años finales en la vida de Héctor Oesterheld con el protagónico de Miguel Ángel Solá), el relato infantil (Filgrid: Había una vez un dragón y Cómo se enamora a una fantasma, algunos de ellos), los dibujos animados (Ciro Tódorov. El niño lúgubre, hoy en pantalla en Paka Paka).

Cienahorcados, en todo caso y más allá de su propuesta poética y metafórica, abre también una ventana hacia adentro del lector: sí, todos marchamos con nuestros monstruos a cuestas y convivimos con ellos, y cada quien sabe qué hará con ellos cuando llegue el momento. A ese disparador, Saracino le aporta la variable narrativa necesaria para emocionar y dejar pensando a quien se atreva a seguir el sendero de ese hombre, ese caballo y ese monstruo enigmático.


–La novela respira una poética propia encerrada en una gran metáfora. ¿Qué te empujó a contar esta historia y no otra en formato novela?

–Como decís vos, la historia encierra otra historia. Se trata de una historia diferente a las que estoy acostumbrado a contar, por lo tanto elegí para contarla un formato que nunca había usado: el de la novela ilustrada para adultos. De algún modo, todos los libros nos cuentan. En todos los libros, estamos. Atravesé un proceso de tormentas durante algunos años (separaciones, mudanzas, enfermedades, miedos) y en determinado momento me pregunté: "¿Hay algo para sacar de todo esto, que no sea simplemente el horror de vivirlo?". Y ahí, entré en conciencia de que soy escritor, y que los escritores escribimos. Ese pensamiento trajo consigo la historia, siempre referida a lo que estaba pasando por esos momentos: un tipo llevaba a su monstruo a cuestas, con la intención de matarlo, pero sabiendo que si lo hacía también se mataba él. Lo que siguió fue dividir cada parte de la tormenta real (la soledad, la fiebre, la tristeza, etcétera) y hacer con cada una un capítulo que el protagonista tenía que pasar para llegar a su lugar final, que se llamaba Cienahorcados.

Sí. Es una novela que cuenta un momento de mierda de su escritor. Pero creo que lo hice del modo correcto, por lo que cada cual podrá reflejarse, con su monstruo a cuestas...


(La nota completa en la edición gráfica de Sudestada... ¿Por qué publicamos apenas un fragmento de cada artículo? Porque la subsistencia de Sudestada depende en un 100 por ciento de la venta y de la confianza con sus lectores, no recibimos subsidios ni pauta alguna, de modo que la venta directa garantiza que nuestra publicación siga en las calles. Gracias por comprender)

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Autor

Hugo Montero