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Musiqueras

Mujeres Músicas Empoderadas

A la par de las luchas para revertir las desigualdades de género y pelear contra el machismo arraigado en la sociedad, las artistas femeninas comienzan a reunirse para crear, componer, debatir y transformar su lugar en la música popular argentina del presente. Colectivos, agrupaciones y ensambles trazan desafíos y acciones para nombrarse en femenino, sin miedos: para tomar la voz entre todas.

Las mujeres resuenan cada vez más en colectivo. En sintonía con las batallas para revertir el machismo circulante y quebrar el silencio ante los abusos –dentro y fuera del rock–, las mujeres músicas se organizan cada vez más en agrupaciones, asociaciones y ensambles para hacer oír sus voces y creaciones. Las artistas se conciben en movimiento para transformar a las músicas populares argentinas, de raíz. Avanzan empoderadas en red.
En varios puntos del país, a la par del #NiUnaMenos, de la gesta por el aborto legal, seguro y gratuito y del rechazo creciente a los femicidios, las mujeres músicas no se callan. Hacen retumbar al presente, sin marcha atrás. ¿Contra qué hay que batallar? "En la música hay muchos recelos, egos, envidias. Pero acá hay experiencias que demuestran que podemos trabajar, nuclearnos para crear en forma colectiva. Y con un fuerte mensaje social", dice la trovadora Paula Ferré, una de las fundadoras del movimiento MujerTrova: una organización territorial de trovadoras, compositoras e intérpretes abocadas a la canción social.
MujerTrova, este año, materializó dos nuevos sueños: el 6º Encuentro Nacional de Mujeres Trovadoras de Argentina, el 15 de septiembre último en el Teatro Roma de Avellaneda, donde presentaron su segundo cancionero autogestionado MujerTrova, con composiciones de más de 45 trovadoras –más un disco–. "'¿Hay otras mujeres? Preguntémonos, busquémoslas'. Esa fue la pregunta que nos hicimos en 2013, cuando empezamos", recobra Ferré. "Nos enamoramos de esa energía que peleó y creció en contextos masculinos. MujerTrova nos pasó por arriba y nos transformó. Todo esto nos empuja hacia delante".
El 6º Encuentro "nos encontró fortalecidas a partir de los distintos golpes de este tiempo", suma la trovadora y educadora Carolina Wajnerman, especializada en arte y transformación comunitaria. "El que podamos madurar en nuestra forma de organizarnos, y en los roles que tomamos para generar encuentros nos potencia. Cada año, incorporamos a nuevas compañeras trovadoras que se ven afines con el 'espíritu MujerTrova'. Las esperamos, las abrazamos y las cobijamos". Y no sólo buscan potenciar sus voces de trovadoras. "Nuestra lucha es en el escenario, en los encuentros, en la producción discográfica y en la calle", confía Wajnerman. "Ya no hay excusas para que las mujeres músicas nos unamos".
En 2017 "fuimos a cantar al 'Saludo de Mil Guitarras para Víctor Jara' en el Espacio Cultural Nuestros Hijos (ECuNHi). Éramos 25 y cantamos a capella 'Te recuerdo, Amanda'. Asimismo, con MujerTrova hacemos actividad social en barrios, y teorizamos sobre nuestras propias prácticas. En 2016, cuando hicimos el cierre del encuentro en la Fundación Mercedes Sosa, cada una de las trovadoras recién llegadas contó historias personales, familiares, y todas nos largamos a llorar. Tomar la voz hace que nos aferremos entre todas".



Creaciones en espiral
Otra forma de resonar es desde lo instrumental. En varios puntos del país también se generan experiencias de mujeres compositoras e instrumentistas trabajando en conjunto. Como el Espiral de Mujeres Guitarristas, una de cuyas impulsoras es la cantautora Agostina Elzegbe. "Las mujeres unidas son algo universal que se remonta a la idea de la tribu. Como género, nos juntamos con otras para cantar, tocar y bailar desde tiempos inmemoriales. Pero eso mismo se fue perdiendo con el patriarcado, el capitalismo y el consumismo. Hay que recuperar la idea de hermandad que implica tocar nuestros instrumentos entre muchas", recobra.
Y el Espiral apeló a esa memoria. "Con Ana Larrubia nos preguntamos: '¿Hay guitarristas mujeres? ¿Qué sucede que mayormente se nos concibe o nombra como cantoras?'. Desde lo instrumental estábamos más escondidas, y por eso dijimos: 'juntémonos varias mujeres guitarristas'. En 2014, para visibilizarnos, nuestro primer movimiento fue hacer un ciclo de conciertos, los viernes, en un bar de Palermo. Primero fuimos doce guitarristas, y fue tan potente que luego nos conformamos como sexteto y editamos nuestro primer disco. Se fue moviendo el espiral. Así llegamos a tocar este año en el 24º Festival Guitarras del Mundo, que organiza Juan Falú".
Ser un colectivo de guitarristas mujeres "genera una empatía y una comprensión propia del género. Lo más transformador es la convivencia en los procesos de la diferencia", divisa Elzegbe. "Yo nunca había estado en un grupo tan heterogéneo. Una de las guitarristas hace tango, otra música contemporánea, otra viene del folclore, y así. Cada una tiene un toque y un sonido distinto, y en medio de esa diversidad nos mantenemos unidas. Es muy movilizador hacia adentro. Y para afuera también: demostramos que las mujeres nucleadas tienen una potencialidad adicional. Pero es triste que todavía haya gente que diga: '¿Seis guitarristas y compositoras juntas? ¡Qué sorpresa!'. Debería ser visto como algo natural".
El Espiral de Mujeres Guitarristas avanza a la par de otras experiencias creativas como el ensamble de mujeres La Colmena. Ellas recorren –con tambores y voces– el mundo sonoro afro, el latinoamericano y las raíces folclóricas locales. De hecho, surgieron de los talleres de canto colectivo de Luna Monti. "Una de las claves es trabajar en forma independiente para tocar, grabar y subirnos a los escenarios –siente Elzegbe–. En el Conservatorio Manuel de Falla, el Piazzolla, la Escuela de Música Popular de Avellaneda o las carreras de música de la Facultad de Bellas Artes de La Plata hay artistas femeninas que eligen caminos similares. El que agrupen más mujeres va a generar una transformación imparable"...


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Autor

Patricio Féminis