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Nota de tapa

Abusos y Rock. Las pibas no nos callamos más

Desde 2016, el rock nacional se enfrenta a una encrucijada: se multiplicaron las denuncias de mujeres por abusos y violencia. Desde esa fecha, El Otro Yo, Salta la Banca, Pez, Gustavo Cordera y muchos otros referentes del rock, fueron cuestionados, denunciados, interpelados. Pero más allá de cada caso, hay un elemento a tener en cuenta: el auge del movimiento de mujeres organizadas crece y se expande a cada sector social. Las pibas ya no se callan ante abusos de poder ni se refugian en la sombra detrás del ídolo violento. Ahora, su voz se hace oír, se impone, se respeta. En esta crónica, damos cuenta de un fenómeno lateral de la avanzada del feminismo a partir de las historias de las pibas, desde siempre señaladas como grises personajes de reparto en el mundo del rock, que hoy son las protagonistas de una lucha ejemplar.

Mailén se sienta frente a la cámara. Nerviosa y, al mismo tiempo, decidida. Sin siquiera imaginarlo, abre una grieta en el presente del rock nacional con su voz tenue: "Mi nombre es Mailén, y hago este video para hacer una denuncia pública por dos violaciones en la mañana del domingo 10 de abril, por José Miguel del Pópolo…".
En el video, relata con valentía cómo padeció el abuso sexual y la violación por parte del líder y cantante de la banda La Ola Que Quería Ser Chau. Días después de la viralización del video, Mailén explicó que había conocido a Del Pópolo a través de una amiga que participaba en la banda y que estableció una relación de amistad con él. El caso de Mailén significó un hito. No sólo porque resultó explosivo y abrió paso a otras denuncias similares, sino también porque puso en discusión que las violaciones y los abusos no siempre se dan de la forma en que convencionalmente se piensa. Las palabras de Mailén estuvieron desde el inicio empapadas de valentía: por lo que significa revivir un abuso y relatarlo públicamente, y porque tuvo que hacer frente a muchos prejuicios que todavía hoy, pese a las disputas culturales que el movimiento de mujeres desarrolla, se encarnan en los esquemas mentales del sistema patriarcal.
La estigmatización de la víctima es moneda corriente por parte de muchos sectores y medios de comunicación funcionales a la agresión machista. Una muestra de la complicidad que existe, particularmente en el mundo del rock, la aportó Walas, cantante de Massacre, quien días después de la denuncia de Mailén, se paró en el escenario y afirmó en tono irónico: "En el video dice que la violaron dos veces... ¿Qué hicieron entre violación y violación? ¿Se fumaron un pucho?".
La contracara de esta actitud –y quizá lo más llamativo– fue la reacción social negativa que despertaron las palabras desafortunadas del cantante, incluso entre su público. La fuertísima repercusión en redes sociales obligó a Walas a revisar su posición y pedir disculpas por sus dichos: "Soy un bocón y digo barbaridades siempre. Vi una parte del video y me quedó dando vueltas lo de la doble violación, y dije una barbaridad por la que tengo que pedirle disculpas a la chica".
Queda en evidencia que los esquemas mentales hoy son un escenario de disputa cultural. Que en este contexto, denuncias como las de Mailén tienen lugar, no tanto para los grandes medios o para los submundos conservadores, pero sí para muchos sectores. La solidaridad masiva que recibió Mailén a través de las redes y la repercusión de su video (con casi 428 mil vistas) son una expresión clara de que se está avanzando en muchas discusiones en torno a la violencia de género como problemática compleja y estructural.
En este sentido, frente a estos espacios conservadores y una justicia que suele defender al victimario, las redes sociales jugaron y juegan un rol fundamental en la difusión de estos episodios. Mailén no sólo presentó su denuncia en la comisaría 29, abriendo paso al proceso penal, sino que subió su relato desde la cuenta "Valentía contra al abuso", un canal de Youtube para todas las personas que deseen denunciar sus casos de abuso, a fin de compartir sus experiencias. Gracias a la valentía de Mailén, otras víctimas de Del Pópolo se animaron a hablar y a aportar a la causa judicial.
Otra de las denunciantes del cantante es Rocío Márquez, una joven música que había establecido una relación de pareja con el cantante durante tres años. También ella grabó un video de denuncia contando diversas situaciones donde Del Pópolo había ejercido violencia física, sexual, verbal y simbólica sobre ella. Era el inicio de una ola diferente. Una ola de mujeres que ya no estaban dispuesta a callarse nunca más.



Voces valientes contra una cultura
Las voces anuladas emergen del silencio. Se desatan con fuerza colectiva. Se constituyen de palabras incómodas, de cuestionamientos a las estructuras intocables. Vivimos un cambio de paradigma. La palabra de las pibas gana espacios. Los arrebata. Hay valor en la sororidad y en la conciencia, y una marea se esparce y penetra en lo público y en lo privado. Hace lo personal, político. Los feminismos avanzan, y no hay espacio ni orden que no trastoquen. No hay cultura que se justifique. No hay quién contenga el grito que el viento se apropia, lleva y amasa.
Son las mujeres de todas las historias que se embanderan en una sola. Son la confluencia de vidas de dolores y miserias, de desigualdades y violencias. Las pibas hablan con la fuerza de ese dolor, con la potencia que tiene el mandato del silencio, con la garganta cargada de lo negado para salir a dar batalla. Lo establecido. La norma. El mandato. Los lugares que históricamente ocupamos no son más que una porción del desarrollo de la Historia. No es más que la posibilidad de cambiar todo lo que deba ser cambiado. El movimiento de mujeres avanza discutiéndolo todo, incluso los espacios admirados, los ídolos intocables, la cultura de moda que garpa a lo largo de las generaciones.
En este sentido, 2016 se convirtió en un hito para la cultura del rock. Allí entró en escena el empoderamiento de las mujeres que paren voces con dolor, y la discusión de cómo se establecen los vínculos en determinados contextos atravesados por dinámicas de poder diversas. No hay novedad en sostener que, desde siempre, el mundo del rock se enmarca en la cultura del "exceso", donde el todo vale impera. Tampoco es original señalar que se trata de un espacio netamente masculinizado donde las prácticas machistas, encarnadas en las grandes figuras, encuentran un justificativo social sustentado en la dinámica histórica, propia de ese submundo. Hablamos de violencia simbólica, como la que aparece en las letras de las canciones, y del lugar que tienen las mujeres sobre el escenario. También hablamos de violencia material y concreta, como la que genera el abuso sexual de una piba en un camarín o en el hotel de paso.
En realidad, quizá la novedad arranque con la pregunta que hoy muchas mujeres empiezan a plantear. La cuestión radica en si, frente a este cambio de paradigma, realmente seguimos bancando una cultura de violencia en estos ámbitos. Una cultura que por años fue intocable por haberse desarrollado tradicionalmente de esa manera, y por ser protagonizada por personajes admirados por la juventud. Las intervenciones y acciones de denuncia de muchas compañeras nos hacen pensar que hoy los límites son la bandera. Que hoy la voz se planta y no hay fuerza que opere efectivamente para que este proceso dé marcha atrás...


"A TRAVÉS DE LA HISTORIA DE UNA, SANAMOS TODAS"

(Charly Di Palma y Felicitas Marafioti, denunciantes de Cristian Aldana)


Tienen voz, tienen heridas y tienen coraje. Son dos de las denunciantes que lograron romper la lógica del abuso: ellas sentaron en el banquillo de los acusados a Cristian Aldana. Ellas son las protagonistas de una historia de grises y, hoy, de mucha luz. Lograron romper una mecánica que aplasta la capacidad de las pibas de decidir sobre su propio cuerpo. Lo hicieron con una valentía que les permitió sobrellevar miedos, traumas y silencios. Hoy quieren que ninguna piba pase por la situación que ellas atravesaron. Hoy, tienen voz.
–¿Cuándo se generó en ustedes la decisión de decir "Basta, tengo que contar lo que me pasó"?
Felicitas: –Hubo varios momentos de quiebre. Durante mucho tiempo lo negué. Me costó mucho asimilarlo. Fue un quiebre en todo sentido: era una persona hasta ese momento y, cuando asumí todo, fui otra. Allá por 2015, surgió con fuerza la necesidad de hablar. De hecho, hicimos un blog con un amiga (otra víctima de Aldana), contando todo lo que habíamos pasado. Y a la semana Cristian me escribió. Ni le contesté. En abril de 2016 apareció la denuncia de Mailén a Miguel del Pópolo y, claramente, eso tuvo su impacto. Al día siguiente de la publicación del video de Mailén, me llega una llamada. Era Cristian. Me dijo: "No estoy bien, ¿viste que salió una chica a denunciar a Miguel?", y que también se estaba viralizando un blog que relataba cosas muy parecidas a las que habíamos vivido nosotros años atrás. La verdad, me dio miedo. Y continuó diciéndome: "Vos tenés que pensar que yo ahora soy papá y tengo mujer…". Cuando cortó, lo primero que sentí fue mucho miedo. Pero lo que vino después fue bronca: no entendía cómo podía ser capaz de llamarme para pedirme que me callara, una vez más. Ahí me comuniqué con Charly.
En ese momento, empecé a ver todo lo que habían generado las denuncias que habían salido a la luz. "A la mierda", pensé. Todo se da cuando se tiene que dar. Porque a raíz de todo eso, El Otro Yo sacó un comunicado pronunciándose en contra del abuso. Y ahí la indignación me llenó el cuerpo. "¿Vos, justamente vos, salís a decir esto, Cristian?", pensé. Sabía lo que se le podía venir.
Charly: –Lo irónico es que abajo de la publicación, empezó a firmar mucha gente que los había seguido durante años. Le escribían: "Vos abusaste y estuviste con menores toda tu carrera", y relataban casos. "Vos a mi amiga le hiciste tal cosa". Fue una locura la reacción de la gente. Ahí empezó a saltar todo, hasta una foto de Ariel (otra de las denunciantes) que, un año antes, se había fotografiado con una pancarta que decía: "Cristian Aldana abusador de menores, pedófilo. Las mujeres no nos callamos más".
A mí me pasó algo muy loco en ese momento. Me escribió una amiga que no tenía ni idea de las cosas que yo había atravesado, diciéndome: "Qué increíble toda esta apertura con lo de El Otro Yo." Ahí me cayó la ficha. Si a ella, que no tenía nada que ver, le llegó lo de Aldana, acá había un mensaje claro. Acá se estaba moviendo algo. Ahí me surgió llamar a Feli, contarle. Tenía mucho miedo, mucha bronca. Pero creo que mi recorrido fue distinto. Yo empecé a tener síntomas concretos después de ser mamá. Cuando me rehabilité de un montón de situaciones tóxicas. Pero veía que repetía patrones con parejas violentas o con mucho sufrimiento. Y cuando tenía la posibilidad de estar con alguien bueno, no sé, no podía. No podía conectar con el otro, ni sexualmente ni en otros planos. Ser mamá, para mí, fue una elección. Decidí salir de la vida que tenía. Eso se relaciona con lo que viví con Cristian. Tuve que alejarme de todo y me tuve que sentir muy sola. En 2013 entré a un espacio cultural que se llama "La Rotonda Hurlingham" y me empecé a vincular con un mundillo hermoso, muy inclusivo, un espacio muy compañero. Me hice amigos y amigas, empecé a leer, a formarme. Ahí me empapé del feminismo. En ese contexto empecé a tomar conciencia del dolor, de que no estaba viviendo la vida que quería. Todo eso generó un quiebre, que vino con mucho dolor. Pero también estuve con gente que me acompañó mucho. Un año después, nosotras nos empezamos a contactar a raíz de lo que comentaba Feli. Yo generé un quiebre y empecé a ver que hay cosas que están mal, que se repiten, incluso en espacios genuinos y progresistas.
F: –Lo loco de esto es que nosotras, de alguna manera, nos teníamos un poco de miedo la una a la otra. Esto es lo que estos tipos generan. Ellos son los hijos de yuta que te ponen a dudar de tu compañera.
C: –Es entendible, veníamos de un vínculo súper tóxico. Diez años atrás, yo estaba al lado del chabón, en el sentido de que me sentía parte de todo ese círculo.
F: –Sí. Por eso, creo que las denuncias están en el marco que deben. Si esto se hubiese dado diez años atrás, no sé qué rol hubiésemos jugado nosotras. Con catorce años, con tu ídolo, vos justificás todo...


(La nota completa en la edición gráfica de Sudestada... ¿Por qué publicamos apenas un fragmento de cada artículo? Porque la subsistencia de Sudestada depende en un 100 por ciento de la venta y de la confianza con sus lectores, no recibimos subsidios ni pauta alguna, de modo que la venta directa garantiza que nuestra publicación siga en las calles. Gracias por comprender)

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Autor

Daniela Scarafia