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Antihéroes

José Guadalupe Posada: La calavera chillona

Creador de un mundo representado por la muerte y al son de las calaveras, el pintor mexicano José Guadalupe Posada supo reflejar con sus grabados el rostro de su país durante el paso del siglo XIX al XX.

" Mano de obrero, armada de un buril de acero, hirió el metal ayudado por el ácido corrosivo para arrojar los apóstrofes más agudos contra los explotadores. ¿Quiénes levantarán el monumento a Posada? Aquellos que realizarán un día la Revolución, los obreros y campesinos de México", explica el muralista Diego Rivera, allá por los años treinta del siglo pasado. Es que justamente la obra de Posada hay que entenderla como una expresión crítica y satírica de los personajes de su época, con la intención positivista de reflejar la realidad misma.

José Guadalupe Posada, hombre de baja estatura, macizo y de facciones indígenas, nació en San Marcos, Aguascalientes (México), el 2 de febrero de 1852. Sus padres fueron Germán Posada Serna y Petra Aguilar Portillo, y fue educado por su hermano José Cirilo, maestro del barrio de San Marcos, a quien ayudaba haciendo "monos" para ilustrar sus clases. A pesar de no haber tenido una preparación del todo académica a los doce años fue registrado con "oficio de pintor" en el Padrón General de Vecinos. Tres años más tarde ingresó al taller de Trinidad Pedroza, en su tierra natal, donde empezó a colaborar en un periódico político independiente llamado El Jicote. Durante once números el periódico logró molestar al gobierno del coronel Jesús Gómez Portugal.

A raíz de su oposición y luego del triunfo en las elecciones de 1871, Posada junto a Pedroza debieron abandonar la ciudad y trasladarse a León, donde hicieron a un lado la política y se dedicaron al trabajo comercial y religioso. Cajetillas de cigarros y cerillos, manteles, estampas de vírgenes y santos, fueron producidos por el dúo. Muchas de estas creaciones fueron revalorizadas luego de la muerte de Posada, ya que en miles de casas el almuerzo se servía sobre manteles diseñados por el dúo.

Posada vivió una serie de momentos históricos de enorme importancia para el país: la guerra de Reforma, la intervención francesa, el Imperio de Maximiliano, así como los gobiernos juarista, lerdista y la dictadura de Porfirio Díaz. Todos estos momentos, de una u otra forma, fueron plasmados a lo largo de toda su obra. Cabe aclarar que se puede considerar parte de su obra como elementos periodísticos, ya que muchas veces actuaban como denuncia o propaganda de suceso recientes. Durante su estadía en la ciudad de León dio clases de litografía, se casó y tuvo un hijo fuera del matrimonio. A raíz de una posterior inundación en León, se trasladó a la capital del país.

En su arribo a la ciudad de México participó en diversas revistas; una de ellas fue La Patria Ilustrada, que dirigía el escritor Ireneo Paz, abuelo del poeta Octavio Paz. Es aquí donde la obra de Posada obtiene la originalidad que hoy se le destaca. En ese entonces, el taller de Vanegas Arroyo era conocido desde antes de la llegada de Posada, porque allí trabajaba un importante pintor llamado Manuel Manilla, quien se presume que lo inició en el género de las calaveras y le transmitió sus conocimientos acerca del grabado sobre planchas de plomo y zinc.

Corría el año 1889 cuando Posada dibujó su primer calavera y desde ese entonces nunca más se separó de ellas. Las dibujaba bailando, a caballo o manifestando. Posada fue fundamental en la consolidación de la fiesta del Día de Muertos, pues fue el artista que mejor interpretó la vida y las actitudes sociales del pueblo mexicano, representándola en sus grabados con calaveras vestidas de gala, calaveras en fiestas de barrios, en las casas de los ricos. Dibujaba calaveras montadas en caballos, en bicicletas, recreadas en humorístico festín macabro pero siempre con un sesgo de realidad. Por medio de ellas señalaba las lacras, las miserias y los errores políticos, y a los políticos tiranos y ambiciosos, lo que le valió muchas veces estar en la cárcel.. Entre los personajes que hicieron famoso a Posada se encuentran "Don Chepito Marihuano", un tipo humilde que utilizó para contar diversas historias, lo mismo que el Padre Cobos.

Los otros protagonistas son gente de la calle que deambula por la ciudad de fines y principios de siglo. En la obra gigante de Posada se puede deducir que todos los personajes son dignos de retratar, tanto las prostitutas como las damas aristócratas; el hacendado o el peón; los porfiristas o los revolucionarios. El recurso de las calaveras le sirve para evidenciar una posición política, unificando los personajes a pesar de su clase o riqueza. A todos estos los mira con la misma pasión y los deja inmortales en sus grabados ricos en imágenes e inmersos en un universo que va más allá de los individuos. Así, es posible ver los rostros demoníacos del hacendado que golpea a un peón, o de sorpresa ante el descubrimiento de un cadáver. Con su exquisita ironía supo caricaturizar a grandes políticos como Porfírio Díaz o Emiliano Zapata, y antes de su muerte supo imaginarse el triste final del gobierno de Madero retratando al General Huerta como una tarántula hacia la toma del poder. (...)

(Lea la nota completa en la edición gráfica de Sudestada N°16)

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Autor

Ignacio Portela