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Under y lucha social en las radios comunitarias de Jujuy

La radio ataca

Radio Independencia de Perico, Warisata de La Quiaca, La Voz del Cerro y Radio Rebelde de San Salvador, entre muchas otras, cruzan sus señales en busca de una comunicación más potente.

Llegué a la radio FM Independencia, en Perico, cuando empezaba a anochecer. Su joven director, David Aguirre, me invitó a sentarme en un viejo sillón y me convidó Coca-Cola en unos vasos que había hecho su hermano con botellas cortadas, mientras terminaba de conducir el programa Pasión Deportiva, con los resultados del Sportivo Central Norte y Talleres de Perico. Me contó que unos meses atrás la Comisión Nacional de Comunicaciones le había querido decomisar los equipos, a pedido del gobierno local, pero que la misma gente del barrio lo había impedido. Un par de semanas después de esa visita, en julio de este año, una pueblada tuvo lugar en Perico, a causa de un impuestazo que había querido imponer el intendente de apellido gracioso, Rolando Ficoseco. David tiene la particularidad de meterse en todos lados sin medir las consecuencias. Llegó hasta las narices del poder local para cuestionar la medida. Unos días después, Oscar Balderrama, al concluir su noticiero de la mañana, recibió cinco puñaladas de parte de un custodio del intendente, que ahora se encuentra prófugo. Balderrama sobrevivió al ataque y partió a Salta con su familia, pero la pequeña radio, que subsiste gracias al aporte de los comercios locales, quedó expuesta al antojo mafioso de los poderes locales. En Jujuy, como en muchos pueblos del interior, la política repite lógicas de antaño, compra medios comerciales para ocultar la impunidad de arriba y callar las voces que se levantan desde abajo. Pero hay otros que no puede comprar.

Como sus tierras montañosas y ríos ondulantes, así es Jujuy en política. Un gran movimiento que se gesta desde abajo y encuentra cauces sorprendentes en su construcción. Un pueblo pobre, pero culturalmente rico, que no halló los sectarismos pretenciosos de la política porteña clasemediera. Así y todo, de sangre indígena latente, Jujuy no calla. En los años noventa fue uno de los primeros pueblos en hacer temblar las bases del neoliberalismo. En la última década, además de la buena elección de la izquierda tradicional, fueron resurgiendo como un río rojo una infinidad de grupos barriales y culturales que expresan una alternativa socialista de raíz originaria, y que encuentran su canal de expresión en las radios libres y comunitarias, repartidas por toda la provincia.

La radio que se hizo rebelde

El espacio donde funciona el Movimiento Túpac Katari (MTK) es un enorme galpón recuperado que pertenecía a la estación ferroviaria de San Salvador. Cuando el tren dejó de pasar, el lugar se tomó, con el Perro Santillán a la cabeza. Un pequeño lugar que se encontraba lleno de basura fue destinado a la construcción de la bocina del pueblo, la Radio Rebelde, que funciona desde hace tres años.

A fines de los años noventa, un grupo de jóvenes levantó la antena y armó la programación. Raúl Alejandro Gutiérrez, el Negro, es un chango entusiasta que encontró su lugar en el mundo gracias a este emprendimiento. "La idea era contar con un medio de comunicación en el cual expresar lo que nosotros veníamos profesando, que es el socialismo. Le pusimos Radio Rebelde por la radio del Che. Y todas las mañanas, el Perro comenzaba la transmisión".

En Jujuy existe un movimiento que profesa la bandera del Che, pero que está muy lejos de sus ideas; es la muy conocida organización Túpac Amaru, liderada por Milagro Sala. Se instaló en la provincia utilizando prácticas mafiosas con el fin de monopolizar la inserción popular. Hoy tiene una enorme estructura, que incluye radios y canales de TV con equipos de última generación. Pero todavía no logra contar con un equipo de comunicación que se apropie de su proyecto por convicción o compromiso.

"Nosotros, en cambio, hicimos el transmisor con las manos -cuenta el Negro-, los dipolos los doblé yo, levantamos la antena entre todos. Teníamos vocación y queríamos que nos escucharan. De a poquito fuimos mejorando la estructura de la radio, las paredes, la instalación eléctrica, todo. Hicimos nuestro canal de TV, Canal 3, con estudio propio, que transmite por Internet".

La radio está ubicada en el límite de un barrio muy humilde llamado El Chingo, pegado a los de El Río y Campo Verde. "Los pibes de esos barrios la escuchan y por ahí se acercan, suben a charlar... y hacen su programa de radio. Algunos de ellos, como Carito, que estaban completamente perdidos en el paco, hoy son operadores designados", explica el Negro.

"No estamos en una burbuja registrando desde arriba todo lo que pasa en el barrio, no huevón, estamos adentro, somos nosotros mismos. Lo más difícil fue lograr que la gente se apropie de la radio. Sabés las veces que hemos ido al barrio a patear puertas para buscar la computadora que se habían choreado para cambiarla por paco. Nos pasó a todos. Capaz que fuimos muy permisivos, pero con el tiempo fuimos negociando, para que cuidemos las cosas. Ya los pibes vienen, participan, barren, cuidan el lugar, porque se lo están apropiando".

(La nota completa en Sudestada N° 133 - octubre de 2014)

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Autor

Martín Azcurra