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¿Y la izquierda qué?

Lecciones (y confusiones) después de las urnas

El retroceso del kirchnerismo y las contradicciones en el partido gobernante, el crecimiento del FIT y el peligro del parlamentarismo, la aparición de la nueva izquierda y los dilemas de una convergencia pendiente. Variables de un mapa político cambiante.

Como en un interminable cuaderno borrador, donde siempre conviene anotar observaciones factibles de ser modificadas, donde florecen las tachaduras y siempre queda lugar para una anotación en los márgenes, el análisis que abre las elecciones de octubre pasado no deja espacio para conclusiones rígidas ni caracterizaciones cuadriculadas de una realidad tan cambiante. En todo caso, presentar estas lecturas provisorias resulta un interesante ejercicio para estimular el debate y generar una mínima síntesis en ese marco de intercambio de opiniones.

En primer lugar, a raíz del notorio retroceso del kirchnerismo en términos electorales y de su sostenido corrimiento a la derecha de un tiempo a esta parte, resulta evidente subrayar que el traspié en la provincia de Buenos Aires parece haber disminuido de modo sustancial su margen de maniobra: una vez más, sustentado en la potencia del aparato y en la gestión de gobernadores e intendentes financiada desde el Estado nacional, la única perspectiva real para la continuidad del proyecto de gobierno parece ser la candidatura de Daniel Scioli o de algún gobernador provincial en 2015. El caso de Scioli, un político parido por la matriz más rancia del menemismo y que, más allá de las operaciones por maquillar su figura lanzadas por la prensa orgánica en las últimas semanas, no expresa nada más que el monopolio del aparato del Partido Justicialista como campo de batalla donde se dirimen liderazgos. Después de todo, el mismo partido de gobierno genera sus propias contrafiguras, a tal punto que la política nacional parece limitada a la resolución de una interna partidaria: los que hasta ayer eran aliados incondicionales y defensores del mismo modelo, hoy cambian su pellejo y se presentan como feroces opositores o como moderados continuadores. Apenas un botón de muestra del proyecto peronista encolumnado detrás de Scioli es su política de seguridad, donde la policía no sólo ha profundizado su capacidad delictiva hasta el punto de determinar la vida cotidiana de los bonaerenses, sino que hoy emerge como una fuerza autónoma, financiada por la ilegalidad -en particular, por el narcotráfico- y capaz de extorsionar y manipular a cualquier dirigente político. Si este escenario resulta el entorno natural para cuadros habituados desde hace décadas a modificar su discurso y a acomodar sus oportunistas políticas según el perfil del caudillo mejor posicionado, en cambio asoma como un profundo interrogante para los sectores que se autodefinen progresistas y que se encolumnan detrás del proyecto, que dicen defender los aspectos positivos del modelo pero que eligen no entrar en contradicciones con aquellos negativos. Es el caso del emergente Alternativa Popular, encabezado por Pablo Ferreyra y un sector del Partido Comunista, que hizo una interesante elección en la Ciudad de Buenos Aires como lista "colectora" del kirchnerismo pero que hoy se enfrenta al dilema de imitar el naufragio de Nuevo Encuentro: desvanecer su identidad en la rosca kirchnerista y acompañar un proceso que va camino a exigir disciplinamiento detrás de la figura de dirigentes de derecha, un dilema que presenta pocas opciones de salida.

(La nota completa en Sudestada Nº 125 - diciembre de 2013)

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Autor

Martín Azcurra y Hugo Montero