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Nuestra América

Candomblé, la rebeldía de los esclavos

En la recorrida por las huellas que los negros le impregnaron a Latinoamérica, esta vez el viaje está cargado de ritos y dioses. El Candomblé fue una de las religiones que sostuvo a los esclavos hasta que consiguieron la libertad. Y también ella misma debió luchar para sobrevivir. En una populosa barriada, el cronista asiste a un rito de candomblé para contarlo lo más alejado posible de este lado del occidente.

La cita con el pai Dary Moto en su terreiro de Candomblé estaba acordada para las 15 del sábado 12 de enero en su templo, y Osmar Amaro me anticipó que había que cruzar Salvador de punta a punta para llegar a la populosa barriada de Paripe, donde se encuentra la casa de Llé Axé Torrundé Ajagun.

La tranquilidad del traslado se rompió después de 45 minutos de viaje, cuando ingresamos al barrio. Las casas y las miradas que salían de los kioscos y de los bares del asentamiento nos hicieron sentir como sapo de otro pozo, aunque a decir verdad, casi siempre que consultamos nos respondieron con exactitud a cambio de un "peaje a voluntad".

En Paripe, abundan los templos y los fieles del Umbanda se disputan las calles con los del Candomblé; pero Amaro advirtió que las calles son de las pandillas. Fue trabajoso llegar hasta la Rua Amapá, 586, E-Paripe, al final de linha da antigua escuela de Menores, frente a la torre de la telefónica Embratel.

Entramos por un portón y nos recibió un negro fornido que hacía de recepcionista y que a su vez cumplía funciones de seguridad. Tras identificarnos, nos brindó paso e indicó un grupo donde varios jóvenes rodeaban a un hombre que fumaba y se destacaba por su atuendo blanco manchado de sangre y su birrete que le daba perfil de enfermero o carnicero.

-Bienvenido soy Dary Moto. Lo estaba esperando -me dijo sonriente.

-Gracias por recibirme en su templo -le respondí devolviendo la gentileza.

El pai informó a sus fieles que tenían visita. Todos aceptaron y Ricardo, un colaborador del culto que hablaba español, aclaró que iba a conocer un auténtico y tradicional Terreiro de Candomblé:

"Conocerás la belleza de los Orixás, dioses de Yorubás, y asistirás a la fiesta que preparamos para uno de ellos, a la ceremonia con danza, música y las ofrendas que tenemos para el espíritu, la energía que llamamos Axé".

Ricardo sonrió y me preguntó si estaba bien. Asentí con la cabeza. Entonces, siguió con su preámbulo: "Vas a entrar en contacto con este universo afrobrasileño y podrás saber cuál es tu Orixá y con el oráculo de Ifá podrás saber más sobre tu destino".

El pai se levantó tras tirar la colilla de su cigarrillo, y se disculpó por las manchas de sangre. Recién había terminado una ofrenda en un espacio de la casa donde varios seguidores seguían limpiando plumas y restos que habían quedado del sacrificio de gallinas y cabritos.

Me pidió que lo acompañara, e iniciamos una recorrida por la casa, donde en diferentes sitios estaban ubicadas las imágenes de los dioses. "Los Orixás son divinidades creadas por Olorun, el único Dios. Cada Orixá tiene una tarea dentro de las fuerzas de la naturaleza y sus representaciones están relacionadas a la manifestación de esas fuerzas", explicó con una voz cadenciosa. Su mirada no quedó quieta un instante: mientras hablaba, estaba atento a los movimientos de sus fieles y a los ruidos que salían de la cocina donde se preparaba la comida para la ceremonia.
"Cada Orixá tiene su personalidad y un comportamiento individual. Cada hijo e hija de ese Orixá se identificará con las características principales, mostrándolo en sus comportamientos, en sus reacciones, en sus formas de pensar y de actuar", relató mirando una imagen que insinuaba tragarnos.

(La nota completa en Sudestada Nª 119, junio de 2013)

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Autor

Pedro Solans